Para ese último día de vacaciones, teníamos planeada una excursión de un día de duración para visitar la octava ciudad más poblada de Estados Unidos: San Diego, situada al sur del estado de California y pegada a la frontera con México.
Después de desayunar en la cafetería del hotel, condujimos en dirección a San Diego (sin poder evitar uno de los típicos atascos de la ciudad de las estrellas), a la que llegamos después de casi 3 horas de camino por la carretera pegada a la costa.
Para aquel día en San Diego, habíamos diseñado un itinerario que pasaba por visitar (en coche) gran parte de las atracciones más importantes, tanto de la ciudad como de sus alrededores (a excepción del famosísimo Zoo de San Diego o el parque SeaWorld, por falta de tiempo).
Nuestra primera parada se situaba en el 7474 de Charmant Dr., en el municipio de La Jolla, ya que en esa dirección se erigía el
Templo de San Diego, una iglesia mormona. Cuando llegamos, el edificio, de un blanco inmaculado, nos pareció impresionante: para que te hagas una idea, la iglesia es una mezcla entre el castillo de Hogwarts de las películas de Harry Potter y una catedral futurista... Tras hacer unas cuantas fotos de su impresionante arquitectura e incluso asistir a la celebración de una boda, nos desplazamos a la costa de La Jolla, donde se encontraba nuestro segunda parada.
Esa segunda parada era la playa Children's Pool Beach . Allí, pudimos ver montones de leones marinos campando a sus anchas sobre la arena porque, parece ser, que estos a estos mamíferos les ha encantado el lugar y se han apropiado de la playa...
En 1821, la zona a los pies de Presidio se convirtió en el primer asentamiento mexicano oficial en California: el Pueblo de San Diego, que luego, en 1968, recibió el nombre de Old Town State Historic Park; así que nos trasladamos hasta allí para sentirnos un poco parte de la historia... Cuando llegamos, nos quedamos maravillados con el estado de los edificios originales del lugar: ¡estaba todo igual que en el siglo XIX! Pudimos ver las casas construidas de adobe, la escuela, la primera oficina de periódicos de San Diego, tiendas con artesanía local, el cementerio y un establo con colecciones de carruajes...
De allí nos dirigimos a la zona del Embarcadero de San Diego, cuna de excelentes museos navales y de fauna marina. Tras aparcar el coche, nos dirigimos andando hacia el USS Midway Museum situado en el enorme portaviones de nombre homónimo. Nuestro interés por esta atracción no residía en el museo en sí, ya que era similar al Intrepid Sea-Air-Space Museum de Nueva York, (de hecho, decidimos no entrar) sino más bien en un monumento que se alzaba pegado a uno de los laterales del barco, el Unconditional Surrender, una enorme escultura que inmortalizaba la famosa escena de la fotografía ‘V-J Day in Times Square’ tomada el 14 de Agosto de 1945, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en la que un marinero besaba apasionadamente a una enfermera...
La siguiente parada del itinerario también era un lugar histórico: el Gaslamp Quarter, el centro de San Diego. Llamado así por las farolas de gas que abundaban en esta zona en el siglo XIX, era una zona en la que abundaban los restaurantes, las tiendas, los pubs y los teatros, pero con el encanto de que también lo hacían las lámparas de gas, las aceras de ladrillo y los edificios históricos... Dimos un gran paseo por el lugar y también compramos un bolso para mí muy original fabricado artesanalmente a partir de matrículas de coche originales recicladas, que al parecer era típico de San Diego.
Después de hacer una parada técnica para comer, nos dirigimos al municipio de Coronado, al otro lado de la bahía. Allí, se encontraba la última parada de nuestro itinerario para ese día y escenario de la película protagonizada por Marilyn Monroe, ‘Con faldas y a lo loco’; el famosísimo Hotel del Coronado. Cuando llegamos allí no nos extrañó que el hotel hubiera sido el mayor resort del mundo cuando se inauguró, allá por 1888, pues era enorme... ¡y también precioso! Situado enfrente de la playa, el edificio principal estaba construido íntegramente en madera y mantenía su arquitectura victoriana original; pero lo más bonito eran sus cúpulas y torres rojizas, con balcones y ventanas en los tejados, que resaltaban con el blanco del resto de su estructura... ¡Un imprescindible de San Diego!
A última hora de la tarde, tomamos de nuevo la carretera pegada a la costa para regresar a nuestro hotel de Torrance.
Tras 3 horas de trayecto y un nuevo atasco al acercarnos a Los Ángeles, llegamos al hotel.
Con bastante pena, recogimos todas nuestras cosas y dejamos preparadas las maletas para el día siguiente pues, después de 16 días, terminaríamos nuestras vacaciones y regresaríamos a Madrid...
Nuestro vuelo de regreso a casa partía del aeropuerto de Los Ángeles a eso de las dos de la tarde, así que no tuvimos que madrugar demasiado.
Después de desayunaren la cafetería del hotel, realizamos el check out y nos montamos en el coche para dirigirnos a la empresa de alquiler de coches a devolverlo. Una vez allí, utilizamos el servicio de lanzadera de la empresa de alquiler de coches para trasladarnos al aeropuerto...
Habían sido unas vacaciones fantásticas en las que habíamos visto muchos lugares, pero tocaba despedirse de la Costa Oeste y de Los Ángeles... hasta nuestro próximo encuentro...