Para esta parte del viaje, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
Realizamos la reserva de la entrada en una agencia de viajes online con disponibilidad para la compra de entradas y actividades.
Antes de regresar a Nueva York, teníamos pensado visitar por segunda vez las Cataratas del Niágara y por vez primera la zona de los Lagos Finger y, así,empaparnos un poco de naturaleza antes de llegar a la ciudad de los rascacielos...
Desde Chicago, nos esperaba un tramo de casi 900 Km y unas 8 horas y media de coche, sin contar el tráfico o las paradas para estirar las piernas,hasta llegar a las cataratas.
Hicimos el check out del hotel de Chicago y emprendimos el viaje a Hamburg, en el estado de Nueva York, que se encontraba a una media hora de las cataratas, donde habíamos reservado una noche de hotel.
El viaje hasta allí nos proporcionó en gran parte un paisaje típico canadiense: plagado de bosques y pequeñas poblaciones de montaña repletas de casas de madera con acceso al lago en su parte posterior... aunque también bordeamos una gran ciudad: Cleveland, con grandes edificios y un gran estadio,el de los Cavaliers.
A eso de las 6 de la tarde llegamos al hotel de Hamburg e hicimos el check in. Seguidamente, nos subimos nuevamente al coche y condujimos en dirección a la frontera con Canadá para contemplar esta vez las Cataratas del Niágara del lado canadiense.
Recibimos un nuevo sello en nuestro pasaporte tras cruzar la frontera por el puente Rainbow Bridge y responder las preguntas pertinentes del funcionario de aduanas... Luego, recorrimos el pueblo de Niagara Falls, en Ontario, hasta que encontramos un buen lugar para aparcar nuestro coche cerca de la Skylon Tower, desde donde teníamos pensado contemplar las cataratas desde las alturas al atardecer. Nos sorprendió lo diferente que era este pueblo respecto del pueblo de igual nombre del lado americano, pues tenía un estilo a Las Vegas, aunque más pequeño, con gran cantidad de hoteles y casinos iluminados.
Una vez en la
Skylon Tower, canjeamos nuestro
voucher por las entradas y, tras esperar una cola de unos 5 minutos, ascendimos al mirador de la torre en el ascensor panorámico.
Cuando llegamos arriba ya estaba anocheciendo pero obtuvimos unas vistas impactantes de las cataratas, pues las encontramos primero iluminadas con los colores de la bandera estadounidense y la canadiense y luego, de morado, azul, verde y rosa... ¡Fabulosas!
Además, desde el observatorio de la torre también asistimos al espectáculo de fuegos artificiales que tenía lugar desde el parque sobre el que se asientan las cataratas... ¡un precioso espectáculo!
Cuando bajamos, nos dirigimos al Queen Victoria Park para poder fotografiar de cerca las cataratas y sentir la fuerza del agua. Aunque no era la primera vez que veíamos las cataratas de cerca, no dejaron de impresionarnos...
Después, regresamos al hotel para dormir y descansar.
Tras desayunar en el hotel de Hamburg y hacer el check out, nos dirigimos a la zona de los Lagos Finger, la principal zona vinícola del estado de Nueva York, surcada por 11 lagos estrechos y alargados con forma de dedos.
De todos los puntos de interés relacionados con la naturaleza que había por la zona para visitar, nos decantamos por el Watkins Glen State Park.
El parque estatal de Watkins Glen estaba situado a las afueras del pueblo del mismo nombre, al sur del Seneca Lake, y a poco más de 2 horas y media desde nuestro hotel en Hamburg.
Cuando llegamos, aparcamos el coche en el parking y pagamos los 8 $correspondientes por aparcar y acceder al parque estatal.
Nada más entrar al parque tuvimos la sensación de encontrarnos en una selva de Asia o de América del Sur... ¡la vegetación y la humedad eran impresionantes!
Luego, comenzamos a caminar por el sendero principal, el George Trail, de casi 3 kilómetros de longitud. Durante el recorrido, pudimos ver el descenso de 120 metros del arroyo de la cañada y las casi 20 cascadas que se formaban a lo largo de su curso. El sendero serpenteaba por encima y por debajo de las cascadas... ¡un recorrido precioso!
Al llegar al final del sendero, un autobús podía llevarnos de regreso ala entrada del parque pero nosotros decidimos emprender el regreso caminando para seguir haciendo fotos y disfrutar del paisaje...
La ida y la vuelta por el George Trail, caminando, subiendo y bajando escaleras y captando fotografías, nos llevó algo más de 3 horas.
Luego, hicimos una parada para comer y reponer fuerzas y tomamos nuevamente el coche para dirigirnos a Binghamton, población en la que habíamos reservado nuestra siguiente noche de hotel y adonde llegamos tras una hora y media más de trayecto.