Para esta parte del viaje, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
Para ese día teníamos preparado un itinerario que pasaba por realizar una excursión a la isla de Capri.
Tras un buen desayuno en el hotel, nos dirigimos al puerto de Nápoles(Molo Beverello) para tomar el ferry que nos llevaría a Capri...
En poco más de media hora, habíamos llegado al puerto y aparcado el coche... Adquirimos los pases para el siguiente ferry que partía hacia la isla (19 €),montamos en el barco y nos plantamos allí en unos 45 minutos...
Lo primero que vimos al llegar a la isla fue la preciosa población de
Marina Grande donde nos quedamos un rato haciendo fotos mientras los demás turistas bajaban del barco...
En el mapa de la isla que nos distribuyeron con el pase para el ferry, había descuentos para algunas tiendas y restaurantes, pero lo que más nos llamó la atención fue un descuento que había para el alquiler diario de scooters. Como queríamos hacer una visita amplia a los atractivos de la isla, nos pareció una buena idea alquilar una de esas motos; así no tendríamos que depender del transporte público de la isla y podríamos acercarnos sin problemas a esas calas espectaculares que habíamos visto en nuestra guía... Así que nos dirigimos a la pequeña oficina que se anunciaba en nuestro mapa para alquilar una. Pagamos 40 € por el alquiler de una scooter hasta las 7 de la tarde. En el alquiler se incluían los 2 cascos y el combustible... Así que nos pareció bien.
Acoplados ya en la moto, comenzamos el itinerario por la isla... Las vistas mientras circulábamos por la carretera eran espectaculares... En poco menos de media hora llegamos a al extremo noroeste de la isla, en Anacapri, y a nuestra primera parada, la Grotta Azzura... Habíamos leído que la Grotta Azzurra (o Gruta Azul) era una pequeña cueva muy conocida por el intenso color azul que se podía ver en su interior y que se reflejaba hasta sus paredes y el techo y que, para poder visitarla, la única forma que había era por vía marítima, en una barca de remos, lo que le añadía encanto a la experiencia... Así que no queríamos perdérnosla.
Al final de la Via Grotta Azzurra encontramos un pequeño parking, donde dejamos la moto, y unas escalares que bajaban el acantilado y conducían al mar... Al final de las escaleras, localizamos las barcas con las que se accedía a la gruta. Vimos que, para poder visitar la Gruta Azul, había que subir a una barca donde solo entraban cuatro personas y el barquero y que, las barcas iban llenándose tanto con las personas que accedían a través de las escaleras del final de la Via Grotta Azzurra, como nosotros, como con las personas que llegaban a la isla a través de un tour en barco; así que nos tocó esperar un poco a que llegara nuestro turno...
Una vez que subimos a la barca, nos acercaron a la taquilla, que no era otra cosa que otra embarcación, donde pagar el ticket. Una vez pagada la entrada (12,50 €: 8,50 € por el transporte a la misma en la barca de remos y 4 € por el ingreso a la gruta), la barca nos fue acercando a la entrada de la cueva esperando su turno para entrar... La entrada a la cueva medía unos 2 metros de alto por otros 2 de ancho, por lo que, para poder entrar había que tumbarse literalmente en la barca... Cada vez que asistíamos a la entrada de una barca y como casi, casi, los barqueros daban con la cabeza en la piedra, nos íbamos poniendo más nerviosos pero, al parecer, lo tenían todo controlado. Por fin nos tocó el turno: el barquero nos pidió que nos tumbáramos y que no nos levantáramos hasta que nos dijera; el barquero se fue ayudando con las cuerdas que había en el techo de la cueva para entrar y, en un abrir y cerrar de ojos, estábamos dentro... La oscuridad nos envolvió y, de repente, todo se volvió azul... ¡Qué preciosidad! Mientras rodeábamos la cueva, no paramos de hacer fotografías... Además, algunos barqueros cantaban ‘Oh Sole Mio’... ¡Una pasada! ¡Qué pena que se acabara tan pronto!
Continuando nuestra visita a Anacapri, nos dirigimos al sur para visitar el faro de Punta Carena... Al llegar allí, encontramos un faro precioso, increíbles vistas y, lo que es mejor, una cala espectacular... Así que, no quisimos evitar nuestras ganas de darnos un baño... Aparcamos la moto y nos metimos en un agua de un color turquesa muy intenso donde se llegaba a ver el fondo...
Tras el baño, buscamos un restaurante donde llenar el estómago... Encontramos uno en una de las calles adyacentes y pudimos degustar algunas de las especialidades gastronómicas de la isla como una buena Ensalada Caprese y unos Totani con patate que acompañamos con un chupito de Limoncello.
Con las pilas cargadas nos dirigimos al Monte Solaro, pues ninguna visita a la isla estaría completa sin la ascensión en telesilla al punto más alto de Capri. Al llegar a la Piazza della Victoria aparcamos la moto y adquirimos el pase de ida vuelta para el telesilla (10 €)... En poco más de 10 minutos de paseo en telesilla (individual) habíamos llegado a la cima. La panorámica de 360º desde los miradores resultaba imponente... Además, ¡obtuvimos nuestra primera vista de los emblemáticos Faraglioni! Después de un buen rato tomando fotografías, iniciamos el descenso.
El siguiente punto de nuestro itinerario nos llevó a la población de Marina Piccola donde encontramos otra bonita playa de guijarros y casetas de baño privadas.
Continuamos hacia los
Giardini di Augusto donde, por 1 €, disfrutamos de los jardines y de nuevas vistas de los Faraglioni desde la
Via Krupp, un sendero tallado en el acantilado...
Acercándose la hora en la que debíamos devolver la scooter y tomar el ferry de regreso al puerto de Nápoles, nos dirigimos al último atractivo de la isla que queríamos visitar, la Piazza Umberto I, en el municipio de Capri, la plaza más concurrida y famosa de Capri. Encontramos la plaza repleta de turistas disfrutando de las terrazas, pero también pudimos apreciar las vistas... Además, nos sorprendió encontrar hileras de taxis... ¡descapotables!
Por último, devolvimos la moto y nos dirigimos al puerto de Marina Grande a esperar el ferry... Durante el trayecto en barco, pudimos despedirnos de la isla de Capri, que nos había sorprendido gratamente por su belleza...
En menos de una hora estábamos de vuelta en Nápoles. Recogimos el coche y nos dirigimos a nuestro hotel en Pozzuoli, no sin antes hacer una parada para cenar... Había sido una bonita excursión, pero tocaba descansar del intenso día...