Para celebrar el cumpleaños de Borja, decidimos realizar una escapada otoñal para descubrir La Ciudad Eterna.
Después de realizar una búsqueda exhaustiva en internet para encontrar nuestro viaje ideal, nos decantamos por contratar todos los servicios por separado... Los vuelos y el seguro de viaje los adquirimos directamente en la web de Air Europa y el hotel lo reservamos a través de eDreams. La reserva del coche de alquiler la realizamos a través de una agencia de alquiler de coches que colabora con proveedores internacionales de alquiler de coches, Auto Europe.
Puedes visitar la web eDreams aquí y la de Auto Europe aquí.
Esto fue lo que contratamos:
Roma en 4 días. Del 24 al 27 de Noviembre de 2012. Precio total (2personas): 430 €.
o Madrid (MAD)-Roma (FCO).
o Roma (FCO)-Madrid (MAD).
o 1 Maleta facturada/persona incluida en los dos vuelos.
o Económico.
o Todo riesgo sin franquicia.
o Kilometraje ilimitado.
o Depósito lleno-lleno.
Día 0: Madrid-Roma.
Días 1-2: Roma.
Día 3: Roma-Madrid.
Para nuestra escapada a la capital italiana, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
Para viajar seguros, solicitamos la tarjeta sanitaria europea a través de la web de la Seguridad Social.
Llegamos al aeropuerto 2 horas antes de la salida de nuestro vuelo para facturar nuestro equipaje y obtener nuestras tarjetas de embarque. Luego, traspasar el control de seguridad, nos dirigimos a la puerta de embarque.
El vuelo directo de Air Europa con destino al aeropuerto internacional Leonardo Da Vinci (Roma-Fuimicino) salía a la hora programada, por lo que 45minutos antes, nos dieron permiso para embarcar...
Tras poco más de 2 horas de vuelo llegamos a nuestro destino, alrededor de la 9 y media de la mañana. Tras salir del avión y recoger las maletas, nos dirigimos a la salida siguiendo las indicaciones de Rental Cars para ir en busca de nuestro coche de alquiler. Ya fuera de la terminal, aguardamos unos minutos al minibús gratuito que nos llevó a la agencia de alquiler de coches en la que habíamos reservado un coche económico para desplazarnos cómodamente hasta nuestro hotel.
La agencia estaba a tan solo 10 minutos del aeropuerto...
Una vez que recibimos las llaves de nuestro coche, introdujimos en nuestro GPS la dirección del hotel que habíamos reservado en el barrio de EUR.A tan solo 30 minutos en coche del centro de Roma, EUR se construyó para albergar la Exposición Universal de Roma de 1942 (la cual se vio truncada por la II Guerra Mundial); hoy en día es un barrio moderno y un paraíso para los amantes de la arquitectura, con hoteles con precios más asequibles que en el centro de Roma, hecho que valoramos positivamente en ese viaje...
Nos registramos en el hotel y subimos a la habitación a dejar las maletas y refrescarnos un poco para salir a comernos la ciudad.
Para aquel día teníamos previsto un itinerario que recorría los lugares más emblemáticos del Corazón de Roma que empezaba visitando el Circo Massimo y terminaba poniendo un candado en el Ponte Milvio (Recorrido total caminando: 2,06 h - 9,9 Km).
Debido a que era Sábado y el aparcamiento en Roma era de pago, decidimos desplazarnos al centro de la ciudad en metro, transporte que en Roma se conoce como
la Metropolitana. Dejamos el coche aparcado cerca de la entrada de la estación de EUR Palasport, que se encontraba a 5 minutos conduciendo desde nuestro hotel, y accedimos a la estación. Compramos dos billetes sencillos (1,50 €) y montamos en el metro de la línea B hasta la parada de Circo Massimo.
Nada más salir de la estación nos encontramos con el Circo Massimo, el circo más grande de la Antigua Roma, donde tenían lugar los juegos públicos y las carreras de cuadrigas que aparecían en ‘Ben-Hur’... Tuvimos que echarle algo de imaginación pues apenas quedaban restos de lo que fue en su día, pero pudimos hacernos una idea de la cantidad de gente que pudo albergar el lugar por el tamaño de la explanada...
Caminando por la Via del Circo Massimo y luego por Via della Greca llegamos a
Santa Maria in Cosmedin. El interior de la iglesia medieval era precioso y, además, pudimos ver el relicario de cristal que guardaba el cráneo de San Valentín, patrón de los enamorados... El exterior de la iglesia tenía un esbelto campanario y un pórtico de 7 arcos donde encontramos un montón de turistas haciendo cola, y es que todos ellos estaban esperando para introducir la mano en la Bocca della Veritá... Así que nos pusimos también en la fila, pues queríamos comprobar si aquella máscara de mármol se quedaría con nuestras manos...
Después de tomar unas fotos, nos desplazamos unos pasos hasta la Piazza della Bocca della Veritá, que teníamos justo enfrente. Allí, encontramos la bonita Fontana dei Tritoni, el Foro Boario y el Templo de Portuno.
Tomamos la Via Luigi Petrosselli y luego la Via del Teatro di Marcello hasta su cruce con Via Montanara. Seguimos por Piazza di Campitelli y Via dei Funari, giramos a la derecha en la Via Michelangelo Caetani y luego a la izquierda en Via delle Botteghe Oscure hasta su cruce con Via dell'Arco de'Ginnasi. Al final de la calle, giramos a la izquierda nuevamente en Corso Vittorio Emanuele II y tomamos el Largo delle Stimmate y la Via dei Cestari hasta que dimos con nuestro siguiente punto del itinerario previsto para ese día, la Piazza della Minerva. Allí, nos encontramos con uno de los once obeliscos de Roma, el Obelisco della Minerva, obra de Bernini.
Desde allí, nos desplazamos unos 200 metros hasta nuestro siguiente punto del itinerario, el Panteón de Roma, que sirvió de escenario en una de nuestras películas favoritas, ‘Ángeles y Demonios’. Entramos en el templo, hoy en día convertido a iglesia, y caminamos realizando un circulo por su interior, contemplando sus muchas obras de arte y las tumbas de algunos reyes italianos, así como la del gran pintor renacentista Rafael. Nos maravillamos con su gigantesca cúpula y el gran óculo por donde entraba la luz del sol...
Al salir de la iglesia, nos sentamos unos instantes a los pies de la Fontana del Pantheon, en el centro de la Piazza della Rotonda, justo enfrente del Panteón, para disfrutar de las vistas...
Tomamos la Via Giustianini y, unos metros más adelante, la Via del Salvatore; giramos a la izquierda en el Corso del Renascimiento y accedimos a través de la Corsia Agonale a una de las plazas más bonitas de Roma, la Piazza Navona. Una vez allí, nos dirigimos a su extremo norte para fotografiar la Fontana del Nettuno; luego, nos colocamos en el centro de la plaza donde se situaba la fuente más grande de Piazza Navona, la Fontana dei Fuimi, uno de los altares de la ciencia en la película ‘Ángeles y Demonios’; y, por último, contemplamos la Fontana del Moro, en su extremo sur.
Antes de continuar nuestra caminata, paramos en un restaurante de una de las calles adyacentes a degustar nuestra primera pizza italiana... ¡mmm! Y de postre uno de esos crêpes de nutella y plátano en uno de los puestos de la plaza... ¡Impresionante!
Con el estómago lleno, caminamos pegados al río Tíber unos 15 minutos, paseo que resulto muy agradable, y giramos a la derecha en la Via Ferdinando di Savoia para encontrar la siguiente parada del itinerario, la Piazza del Popolo, donde encontramos uno de los obeliscos más altos de la ciudad y mucho ambiente. Rodeando la plaza, se nos hizo de noche... Aún así, accedimos a la maravillosa iglesia de Santa Maria del Popolo, donde pudimos ver la Capilla Chigi, el primer altar de la ciencia de la película ‘Ángeles y Demonios’. ¡Nos quedamos impresionados con la belleza de la iglesia!
Después, nos dispusimos a realizar una larga caminata por la Via Flaminia para visitar el último punto del itinerario para ese día, el Ponte Milvio... Tenía ganas de conocer ese puente porque fue una de las localizaciones del libro ‘A tres metros sobre el cielo’ de Federico Moccia y quería colocar un pequeño candado y tirar la llave al río, al igual que Babi y Step...
Tras ese momento de romanticismo (jeje), desandamos el camino hasta los alrededores de la Piazza del Popolo y tomamos nuevamente el metro en la estación de Flaminio hasta EUR Palasport (1,50 €). Una vez allí, montamos en nuestro coche y regresamos al hotel para recobrar fuerzas…
Para ese día teníamos preparado un itinerario que pasaba por visitar los lugares más emblemáticos del pequeño país del Vaticano y terminaba visitando Castel Sant'Angelo.
Elegimos visitar el Vaticano en Domingo por tres razones:
Tras haber desayunado en la cafetería del hotel, montamos en el coche para dirigirnos al Vaticano.
En poco menos de 30 minutos habíamos llegado a nuestro destino y aparcado nuestro coche en plena Via della Conciliazione, justo en frente de la Piazza San Pietro.
Para visitar los Museos Vaticanos, primera parada del itinerario para ese día, rodeamos la Piazza San Pietro, giramos a la derecha en la Via di Porta Angelica y luego ala izquierda en la Piazza del Risorgimento donde encontramos la fila para entrar a los museos... ¡Era enorme! Probablemente por el hecho de ser último Domingo de mes... Llegar hasta la entrada nos llevó algo más de una hora y media...
Una vez dentro, alquilamos unas audioguías y nos dispusimos a recorrerlos museos. Comenzamos por el Museo Pío-Clementino, que acogía las obras griegas más importantes del Vaticano y donde destacaban el Laoconte y el Apollo de Belvedere, y el Museo Gregoriano Egipcio, que albergaba colecciones egipcias y donde destacaba el Libro de los Muertos...
También recorrimos la Galería de los Mapas, con mapas pintados al fresco sobre los muros, y la Estancia de Rafael, donde destacaba La Escuela de Atenas... Después de unas 2 horas recorriendo las diferentes estancias llegamos al punto más destacado de la visita, la Capilla Sixtina... Aunque habíamos visto en numerosas ocasiones aquellos frescos en la televisión o en internet ¡nos quedamos boquiabiertos admirando aquel techo pintado por Miguel Ángel! Creemos que es uno de los lugares que uno tiene que visitar al menos una vez en la vida, ¡es espectacular!
Después de haber recorrido la mayoría de las estancias de los museos, salimos al exterior y nos dirigimos nuevamente a la Piazza San Pietro. Cuando llegamos, tuvimos la suerte de ver al Papa, que terminaba la bendición del Ángelus.
Luego, tras hacer unas cuantas fotos de la plaza y del exterior de la
Basílica de San Pedro, nos colocamos a la cola para pasar el control de seguridad y acceder al interior. Nuevamente tardamos más de una hora en entrar, pero mereció la pena... La basílica era asombrosa, imponente y bellísima... También nos quedamos petrificados al contemplar La Piedad de Miguel Ángel y la estatua de San Pedro Entronizado... Después de pasar un buen rato recorriendo su interior decidimos acceder al Museo del Tesoro (7 €) donde pudimos ver los presentes que se le han ofrecido a San Pedro a lo largo del tiempo y muchas de las joyas del Vaticano. Por último, adquirimos entradas para subir a la cúpula de la basílica (5 €). Elegimos subir sus 551 escalones a pie... El último tramo fue agotador: paredes inclinadas, escaleras de caracol y altos peldaños... ¡menos mal que las vistas que obtuvimos de toda Roma desde la cima merecieron la pena! Pasamos un buen rato disfrutando de las vistas y haciendo fotografías antes de emprender la bajada (en parte porque también necesitábamos recuperar el aliento y descansar las piernas).
Una vez abajo, nos temblaban las piernas del esfuerzo...
Después de visitar los puntos más emblemáticos del Vaticano, era hora de regresar a Roma, así que nos montamos en el coche y nos dirigimos a los alrededores del Castel Sant'Angelo.
Aunque tarde, después de aparcar el coche, decidimos hacer una parada para comer. Esta vez degustamos un buen plato de pasta y una pizza prosciutto serrano... ¡Riquísimos!
Al atardecer cruzamos el impresionante Ponte Sant'Angelo repleto de estatuas de ángeles y nos plantamos enfrente del Castel Sant'Angelo, de nuevo escenario de la película ‘Ángeles y Demonios’, para hacer fotografías.
Para terminar el día, regresamos al hotel en nuestro coche...
Para ese día teníamos previsto un itinerario por la Ciudad Antigua y el Norte de Roma que empezaba contemplando el Coliseo y terminaba visitando la iglesia de Santa Maria Maggiore
(Recorrido total caminando: 1,49 h - 8,3 Km).
Tras haber desayunado en la cafetería del hotel, montamos en el coche para dirigirnos a la estación de metro de EUR Palasport. Dejamos el coche aparcado cerca de la entrada de la estación, accedimos al metro, compramos de nuevo dos billetes sencillos (1,50 €) y montamos en el metro de la línea B hasta la parada de Colosseo.
Nada más salir de la estación nos encontramos con el imponente Coliseo, antiguo escenario de combates entre gladiadores y otros espectáculos. Pocas experiencias se pueden comparar en Roma con la sensación que se tiene la primera vez que se contempla el Coliseo... ¡Es el monumento más grande que ha sobrevivido de la Antigua Roma! Pasamos un buen rato tomando fotografías de su exterior... Luego, debido a las grandes colas que había para acceder al interior del recinto y al poco tiempo que nos quedaba para terminar de conocer la ciudad, decidimos obviar la visita a su interior...De todas formas, habíamos leído que el monumento resultaba menos espectacular por dentro debido a su estado de conservación... Así que, creímos que nos lo podríamos imaginar con la imagen que teníamos del Coliseo del Djem, que habíamos visitado meses atrás en Túnez.
Andando unos pasos nos encontramos con la siguiente para del itinerario para ese día, el Arco di Costantino que, si bien estaba algo eclipsado por su vecino Coliseo, estaba en perfecto estado de conservación.
Cruzamos la Piazza del Colosseo y subimos por la Via del Fagutale. Después, giramos a la derecha en la Via della Polveriera y a la izquierda en la Via Eudossiana hasta llegar a la Piazza di San Pietro in Vincoli, donde se encontraba la entrada a nuestra siguiente parada del itinerario, la iglesia de
San Pietro in Vincoli. Accedimos a su interior, donde además de poder disfrutar de su belleza, pudimos admirar una de las obras maestras de Miguel Ángel: la imponente estatua de Moisés... También, debajo del altar, descubrimos las cadenas que se cree que se utilizaron para atar a San Pedro en Jerusalén y para encadenarle en la cárcel Mamertina de Roma.
Al salir tomamos la Via Cavour en dirección oeste hasta que llegamos a la Via dei Fori Imperiali. Nada más encontrarnos en esa calle, a nuestra derecha, nos topamos con los Fori Imperiali, donde pudimos ver los restos de los Mercati di Traiano y de los cinco foros que formaban el complejo... Fotografiamos la Colonna di Traiano, majestuosa sobre las ruinas de los foros.
Caminando unos pasos más hacia el norte por la Via dei Fori Imperiali llegamos a la Piazza Venezia, elemento esencial del centro de Roma. Allí, alucinamos con el enorme edificio blanco ubicado en su flanco sur, el
Monumento a Vittorio Emanuele II, el cuál conmemoraba la unificación de Italia y honraba a su primer rey, Vittorio Emanuele. Tras tomar unas preciosas fotos, subimos las escaleras del edificio para visitar el Altare della Patria, donde se encontraba la tumba del soldado desconocido italiana.
Seguidamente, para continuar con nuestro recorrido, tomamos la Via del Teatro di Marcelo rodeando el Monumento a Vittorio Emanuele II por su lado derecho. De ese modo, llegamos a la Piazza d'Aracoeli, desde la que pudimos tener una magnífica vista de la
Piazza del Campidoglio. Después de hacer unas fotos, subimos a la plaza a través de la
cordonata que diseñó Miguel Ángel con motivo de la entrada triunfal del emperador Carlos V en Roma, encontrándonos con las estatuas romanas de Cástor y Pólux. Dando un paseo por la plaza admirando los edificios (el Ayuntamiento de Roma, los Musei Capitolini y el Palazzo Senatorio) nos topamos con la Lupa Capitolina, emblema de Roma, y con un mirador estupendo para disfrutar del
Foro Romano (a la izquierda del Palazzo Senatorio).
Después de un rato admirando el foro, desandamos el camino hasta Piazza Venezia y seguimos andando por la Via dei Fornari que salía de la Piazza della Madonna di Loreto. Luego, giramos a la derecha en la Via Quattro Novembre y a la izquierda en Via delle Tre Cannelle; desembocamos en Via della Cordonata y tomamos la Via Ventiquattro Maggio hasta la Piazza del Quirinale. Allí, encontramos otro de los obeliscos de Roma y la fachada de la residencia oficial del Presidente de la República Italiana y pudimos hacernos alguna foto con alguno de los coches patrulla de los Carabinieri... En el lado oeste de la plaza pudimos obtener también una buena panorámica de la ciudad...
Bajamos las escaleras de la plaza, tomamos la Via della Dataria y giramos a la derecha en Via di S. Vincenzo. Después de andar unos 85 metros, nos topamos casi por casualidad con la fuente más bella y grande de toda Roma, la
Fontana di Trevi. ¡Lo más bonito que habíamos visto en el viaje! Los alrededores de la fuente estaban a rebosar de turistas pero aún así pudimos acercarnos hasta ella para contemplarla y tomar buenas fotos. Por otra parte, como la ciudad nos estaba encantando, seguimos con la tradición de tirar una moneda a la fuente para poder regresar a Roma...
Tras esa parada, decidimos hacer un inciso en nuestro itinerario para comer en uno de los ristorantes de una calle aledaña.
Con fuerzas renovadas, seguimos nuestro recorrido hacia el norte a través de la Via di Propaganda hasta que alcanzamos nuestro siguiente destino, la Piazza di Spagna. Nos situamos al lado de la Fontana della Barcaccia para tomar buenas fotografías de la Scalinata di Trinità dei Monti y luego nos sentamos como muchos turistas y locales en aquellos escalones contemplando a la gente pasar... Desde allí, también pudimos el Palacio de España donde se encontraba la Embajada Española ante la Santa Sede...
Siguiendo nuestro recorrido, caminamos por la Via dei Due Macelli y luego por la Via di Capo le Case; giramos a la izquierda en Via Francesco Crispi y a la derecha en Via Sistina hasta que llegamos a la Piazza Barberini pero nos dio bastante rabia no poder ver la fuente principal de la plaza, la Fuente del Tritón de Bernini, al encontrarse en obras...
Antes de que cerrara sus puertas accedimos a la iglesia de Santa Maria della Concezione, una iglesia no muy frecuentada por los turistas pero que creímos que merecía la pena visitar por los curiosos monumentos que escondía y es que en su cripta reposaban los esqueletos y huesos de unos 4000 monjes capuchinos y con ellos se habían creado candelabros y bellos patrones decorativos... Para acceder al museo y a la cripta del interior de la iglesia tuvimos que abonar una entrada de 6 euros, pero valió la pena porque así pudimos ver una de las mayores rarezas de Roma.
Cuando salimos de la cripta ya era de noche, pero aún nos quedaban otras dos iglesias por visitar. Así que nos dirigimos al este por la Via Vittorio Veneto y luego giramos a la derecha en la Via Leonida Bissolati para visitar la primera de ellas: Santa Maria della Victoria, otro de los pilares de la ciencia de la película ‘Ángeles y Demonios’. Nuevamente la iglesia nos pareció preciosa... De hecho, aunque por su modesta apariencia podría parecer otra iglesia barroca más, creemos que su decoración interior era una de las más ricas de la ciudad... Después de recorrer el interior de la iglesia, nos dirigimos a la Capella Cornaro para contemplar una de las esculturas más famosas de Bernini: el Éxtasis de Santa Teresa...
Continuando con nuestro itinerario, en la Piazza de San Bernandino tomamos la Via Torino y bajamos casi 1 Km por ella; aparecimos en la Piazza dell'Esquilino donde descubrimos otro de los obeliscos de la ciudad y también una de las iglesias más grandes de Roma, Santa Maria Maggiore. Además del tamaño de la basílica, lo que más nos llamó la atención fue su techo dorado; luego supimos que se dice que fue adornado con el primer oro traído del Nuevo Mundo, regalo de los Reyes Católicos al Papa Alejandro VI. En fin, quedamos fascinados con todas y cada una de las iglesias que visitamos...
Al salir hacía bastante frío, así que decidimos ir a una cafetería para tomar un café bien caliente acompañado de un crêpe...
Para terminar el día, como no estábamos muy lejos del
Coliseo, decidimos acercarnos para verlo iluminado en todo su esplendor. ¡Era aún más espectacular si cabe!
En la estación de metro de Colosseo tomamos de nuevo la línea B (1,5 €) hasta EUR Palasport y, una vez allí, montamos en el coche de regreso al hotel.
Teníamos un dolor de pies considerable y caímos rendidos...
Nuestro vuelo de regreso a Madrid partía del aeropuerto internacional Leonardo da Vinci (Roma-Fuimicino) a eso de las 6 de tarde. Por lo tanto, teníamos aún unas horas para disfrutar de la ciudad.
Para ese día, habíamos planeado visitar las Termas de Caracalla, uno de los centros termales más grandes de la antigüedad y que, pese a ello, no suelen estar recogidas en las guías de Roma.
Para disponer de más tiempo, decidimos desplazarnos en coche hasta allí, para así ir directamente al aeropuerto después.
Justo detrás de las termas encontramos aparcamiento gratuito... Lástima no haberlo sabido antes porque nos encontrábamos a tan sólo 1 Km del Coliseo.
Pagamos 6 euros por adulto para entrar al recinto arqueológico de las Termas de Caracalla y 3euros más por el alquiler de una audioguía.
Pasamos alrededor de una hora visitando las termas... Salimos encantados porque las explicaciones de la audioguía nos permitieron imaginar cómo eran las termas y cómo los antiguos romanos las utilizaban, no sólo para tomar un baño, sino también para relacionarse, hacer ejercicio, ir a la biblioteca, pasear por sus jardines o rendir culto a algún dios...
Como aún nos quedaba algo de tiempo para devolver el coche e ir al aeropuerto, echamos mano de la improvisación y nos plantamos de nuevo en el Vaticano para visitar la Sacre Grotte Vaticane: la cripta, que también aparecía en la película ‘Ángeles y Demonios’. Cuando visitamos la Basílica de San Pedro, estuvimos buscando la entrada pero no la vimos por ningún sitio... Después de pasar el control de seguridad y acceder ala basílica, recorrimos minuciosamente su interior y, al fin, ahí estaba: cerca del pilar que se entrecruzaba con las estatuas de San Pedro y San Andrés.
Bajamos las escaleras que daban acceso a la cripta y vimos los sepulcros de numerosos papas.
Después, nos dirigimos a la agencia de alquiler de coches; devolvimos el vehículo y nos llevaron en minibús a la terminal del aeropuerto... Habían sido unos días fantásticos en los que habíamos visto muchas cosas... ¡Roma nos dejó encantados! Pero tocaba despedirse de La Ciudad Eterna... hasta nuestro próximo encuentro...