Para este /nuestro primer gran viaje, la agencia lo preparó todo por nosotros y no tuvimos que preocuparnos en exceso por vuelos, hoteles y transportes; sin embargo, para esta segunda parte del viaje, sí que tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
Para contratar el Tour de Chichen Itzá clásico, realizamos una búsqueda online. Nos sorprendió bastante la diferencia de precios que existía entre las distintas agencias que ofrecían la excursión... Lo único que teníamos claro es que queríamos que la excursión fuese en español para no perdernos nada de las explicaciones... Al final, consultando las opiniones de otros viajeros, nos decantamos por contratar la excursión en una agencia local que ofrecía excursiones totalmente en español a precios bastante razonables y que tenía buenas críticas.
En esta excursión visitaríamos una de las siete maravillas del mundo, el complejo de ruinas mayas de Chichen Itzá; podríamos bañarnos en uno de los cenotes más impresionantes de la zona, el cenote Ik Kil; y, por último, visitaríamos la ciudad colonial de Valladolid.
Para contratar el Tour para visitar Tulum, Cobá, Playa Paraíso y un nuevo cenote, contratamos la excursión con la misma agencia local.
En esta excursión visitaríamos las antiguas ciudades mayas de Tulum y Cobá, podríamos bañarnos en una de las playas más impresionantes de la zona, Playa Paraíso, y en un nuevo cenote.
A primera hora de la mañana, hicimos el check out y salimos a la puerta del hotel a esperar el traslado que nos llevaría al aeropuerto JFK para coger nuestro vuelo con destino a Cancún.
En este caso, el traslado se presentó a la hora establecida y en unos50-60 minutos nos dejó en la terminal del aeropuerto.
Facturamos nuestras maletas, embarcamos a la hora prevista y en unas 4horas llegamos al Aeropuerto Internacional de Cancún. Allí, atrasamos un hora más nuestros relojes...
Tras recoger nuestras maletas, nos dirigimos a la salida para buscar nuestro traslado. Un calor muy húmedo nos golpeó en el rostro nada más salir dela terminal, pero no tuvimos que esperar mucho para introducirnos en la van que nos llevó hasta el hotel. La van iba completa y fuimos los últimos en llegar a nuestro hotel, el Grand Palladium Kantenah; por lo que tardamos casi una hora en llegar desde el aeropuerto pero, una vez allí, nos cambió lacara...
Nuestro resort se encontraba en un enclave paradisíaco de más de 700.000 m2, rodeado de exuberantes jardines de vegetación tropical autóctona y con frente privado de playa de arena blanca de 800 m de longitud frente al mar Caribe. El complejo constaba de: 5 hoteles (Kantenah, Colonial, White Sand, Riviera y Royal Suites), 2 piscinas principales con pool bar y otras 5 secundarias (algunas sólo para adultos) entre las que se incluía una piscina de agua salada, 5restaurantes buffet y 9 a la carta, un sinfín de bares, un complejo deportivo y un spa de 6000 m2 ¡Todo ello a nuestro alcance!
El lobby de nuestro hotel era impresionante y muy elegante, decorado al estilo indígena maya... La recepcionista nos obsequió con un refrescante zumo de frutas mientras realizábamos el check in y nos explicó sobre un mapa donde se encontraban todas y cada una de las instalaciones del resort, nuestra villa y nuestra habitación... Nos indicó que para desplazarnos por el resort podíamos utilizar 2 tipos de transporte con conductor: los trenecitos, que recorrían los lobby de los hoteles, el centro deportivo y el spa; y los carritos de golf, que recorrían las villas. También nos colocó: la pulserita que nos iba a permitir disfrutar del todo incluido y una etiqueta en todas nuestras maletas con el número de nuestra habitación para quelas transportasen directamente hasta allí.
Como llegamos al resort antes de la hora oficial del check in, las 15:00, no teníamos la habitación disponible pero sí podíamos empezar a hacer uso de las instalaciones. Así que aprovechamos para ira comer al buffet La Hacienda, situado en el Grand Palladium Colonial. La comida estaba exquisita y había muchísima variedad... ¡Mmmm!
A las 15:00 regresamos al lobby de nuestro hotel a recoger la llave de la habitación. Llave en mano, montamos en uno de los carritos de golf para desplazarnos a nuestra villa. Por el camino pudimos ver parte de la fauna autóctona del lugar: mapaches, coatíes e iguanas.
Vimos que las maletas se encontraban en la habitación nada más acceder pero, sin duda, lo que más llamó nuestra atención fue la amplitud de la misma:¡era enorme! y tampoco habíamos visto nunca una cama tan grande... Encontramos también que nos habían obsequiado con una cesta de frutas y una botella de tequila. ¡Qué maravilla!
Sin perder más tiempo, nos pusimos el bañador y nos dispusimos a disfrutar de Riviera Maya...
Esperamos, en la parada destinada a ello, a un nuevo carrito de golf para desplazarnos al lobby. Una vez allí, fuimos andando hasta la piscina principal situada entre los hoteles Kantenah y Colonial. Canjeamos nuestras tarjetas de toallas por dos toallas de playa, las colocamos en sendas hamacas debajo de una sombrilla y nos metimos en el agua de la inmensa piscina... ¡Qué gozada!
Pasamos la tarde a remojo en la piscina, disfrutando de los jacuzzis, las camas de burbujas y el pool bar...
Al anochecer, regresamos a la habitación a darnos una ducha y cambiarnos para cenar.
Para la cena, elegimos el buffet Tikal, localizado en las inmediaciones de nuestro hotel.
Tras la cena, tomamos el trenecito hasta el lobby del Grand Palladium Riviera para asistir a la disco del resort, donde tendría lugar una Bikini Party. La fiesta estuvo muy divertida, pues toda la música estaba compuesta por canciones del verano... Después de tomar un par de copas y bailotear un buen rato, regresamos a la habitación para retomar fuerzas, dando por terminado nuestro primer día en tierras caribeñas.
Aquel día madrugamos bastante para disfrutar al máximo...
Comenzamos desayunando en el buffet Tikal. Si la comida y la cena del día anterior habían sido buenas, ¡el desayuno era espectacular! Había de todo y también cocina en vivo...
Tras el desayuno, tomamos el trenecito hasta el
lobby del Grand Palladium Riviera y luego un carrito de golf para acercarnos hasta la piscina de agua salada Las Rocas. La piscina nos encantó: era muy tranquila, no había apenas gente y el agua de la piscina provenía literalmente del mar Caribe. Además, alrededor de la piscina había unas camas balinesas muy cómodas...
Después de un par de horas en esa piscina, caminamos por uno de los paseos del resort hasta que llegamos a la playa. ¡Y qué playa! Larguísima, de arena blanca coralina finísima, con palmeras y de un color turquesa precioso...Además, disponía de tres zonas bien diferenciadas: una para baño, otra para deportes acuáticos y otra para hacer esnórquel. Nos colocamos las gafas y el tubo y nos dirigimos a esa última zona. La visibilidad era perfecta y pudimos contemplar innumerables peces de colores y alguna que otra raya... Cuando nos cansamos de nadar, fuimos a por algo de beber al chiringuito de la playa y cuál fue nuestra sorpresa que ¡estaban preparando unos auténticos cóckteles Coco Loco! ¿Cómo resistirnos a la tentación? ¡Estaban riquísimos!
Canjeamos de nuevo nuestras tarjetas de toalla y pasamos el resto de la mañana en la piscina principal situada entre los hoteles Kantenah y Colonial.
Como aún estábamos mojados cuando llegó la hora de la comida, decidimos comer en la terraza del restaurante El Gran Azul, que ofrecía un buffet compuesto por comida rápida.
Pasamos la mayoría de la tarde a remojo entre la playa y la piscina, degustando también algún que otro cócktel del menú.
Después, accedimos al Sport Bar para jugar unas partidas de billar...
Luego, regresamos a la habitación para cambiarnos para la cena, pues esa noche queríamos probar uno de los restaurantes a la carta del complejo.
Pedimos mesa para El Dorado, el asador a la carta del resort. La comida estuvo exquisita pues pudimos probar algunos de los mejores cortes a la parrilla combinados con acompañamientos sabrosos y variados...
Tras la cena, regresamos a la habitación a descansar, pues al día siguiente tendríamos que madrugar bastante para la excursión.
Aquel día tomamos un desayuno algo más ligero en el buffet La Hacienda del hotel Colonial, pues habíamos quedado con el guía de la excursión en el lobby de dicho hotel a las 6:50 horas.
Nuestro guía se presentó a la hora prevista y, nada más montar en la van, comenzamos la excursión.
Nuestra primera parada de la excursión era el complejo arqueológico maya de Chichen Itzá. Se tardaban algo más de dos horas en llegar allí desde nuestro hotel, por lo que fuimos durmiendo durante gran parte del trayecto.
Una vez llegamos al sitio arqueológico y esperamos a que nuestro guía adquiriera las entradas, accedimos a una de las ciudades más importantes de la civilización maya...
Empezamos nuestra visita contemplando y aprendiendo acerca del monumento más prominente de la metrópoli: la Pirámide de Kukulcán o El Castillo. Aunque habíamos visto el monumento cientos de veces en la televisión no podíamos ni imaginar lo espectacular que era... Además, nos encantó aprender que:
Seguidamente, nos acercamos al Templo de los Guerreros y al Templo de las Mil Columnas, donde se practicaban rituales y se hacían ofrendas a los dioses y, por último, contemplamos el Templo del Jaguar y el estadio del Juego de Pelota.
Antes de abandonar el sitio arqueológico, tuvimos una hora más para recorrer el lugar por libre y hacer fotos, con lo que tuvimos la oportunidad de recorrer la parte sur del complejo y visitar el Observatorio de El Caracol. También aprovechamos para comprar alguna pieza de artesanía.
Posteriormente, montamos de nuevo en la van para desplazarnos hasta un restaurante local donde hicimos una parada técnica para comer. Tomamos ricos platos de la región y mientras lo hacíamos, un grupo de bailarinas nos deleitó con un baile típico llamado jarana.
De ahí, continuamos nuestra excursión visitando el hermosísimo
cenote Ik Kil... Después de tomar unas cuantas fotos del impresionante lugar, nos dimos un refrescante baño en sus frescas aguas durante casi una hora.
Finalmente y, tras poco más de media hora de trayecto, llegamos a la ciudad colonial de Valladolid. Recorrimos su plaza central y fotografiamos la iglesia católica más antigua de la península de Yucatán.
Tras esa última parada, desandamos las 2 horas de camino hasta nuestro hotel y dimos por finalizada la excursión.
Ya en el hotel, pasamos el resto de tarde en la piscina y fuimos a cenar al buffet Tikal para reponer fuerzas. Luego, traspasar un rato sentados en el lobby tomando una copa mientras escuchábamos música en directo, nos retiramos a nuestra habitación a descansar del intenso día.
Los siguientes 3 días los pasamos en el hotel disfrutando al máximo de sus instalaciones y de la playa, aunque disfrutar se queda corto...
Probamos la piscina principal situada entre los hoteles White Sand y Riviera y la piscina para adultos El Secreto y también pasamos una tarde en el spa del resort (10 $), que era bastante completo y que, además, poseía una piscina "infinita".
Accedimos a las instalaciones deportivas y jugamos alguna partidita que otra al ping-pong y al mini golf.
También probamos a cenar en otros restaurantes a la carta como, por ejemplo, el Ribs & More, un restaurante americano donde comimos unas ricas costillas a la barbacoa y una riquísima New York Cheesecake.
Participamos de algunas de las actividades de animación del resort, asistimos a varios espectáculos nocturnos en los hoteles Colonial y Riviera y a algunas fiestas como, por ejemplo: una divertidísima Foam Party (o fiesta de la espuma)que se celebró al mediodía al lado de la playa y una White Party que se celebró una noche en la piscina Las Rocas y que se completó con un genial espectáculo...
Por último, compramos algunas piezas de artesanía en la Plaza Artesanal donde varias veces por semana acudían artesanos locales a ofrecer sus productos.
Aquel día tras el desayuno en el buffet La Hacienda, nos acercamos al lobby del hotel Colonial pues habíamos quedado con el guía de la excursión alas 7:50 horas.
Nuestro guía se presentó a la hora prevista y, nada más montar en la
van, comenzamos la excursión.
Nuestra primera parada de la excursión era el complejo arqueológico maya de Tulum, a poco más de 30 minutos horas en llegar allí desde nuestro hotel.
Una vez llegamos al sitio arqueológico y esperamos a que nuestro guía adquiriera las entradas, accedimos a uno de los centros ceremoniales más espectaculares dela civilización maya...
Visitamos las edificaciones más importantes de la única zona arqueológica que se asienta a la orilla del mar y aprendimos acerca de sus templos. Después pasamos cerca de una hora tomando fotografías y contemplando la espectacular playa que había bajo el acantilado, Playa Paraíso, considerada una de las mejores playas de Riviera Maya. Sin embargo, debido a una proliferación de algas, la playa se veía un poco menos espectacular... De hecho, por ese motivo, nuestro guía decidió cambiar el itinerario de la excursión inicial y sustituir el baño en esa playa por el baño con tortugas marinas en Akumal (y fue todo un acierto).
Montamos de nuevo en la van para desplazarnos hasta un restaurante local donde hicimos una parada técnica para comer.
Después de la comida, nos dirigimos a bañarnos al cenote Tankach-Ha, un cenote diferente al que habíamos visto en la anterior excursión, pues éste era un cenote cerrado. Por ello, tuvimos que acceder por medio de unas escaleras de madera en espiral. Al terminar de descender pudimos bañarnos en sus aguas cristalinas, lo que nos vino muy bien para refrescarnos.
Nuestra siguiente parada de la excursión fue la ciudad maya de
Cobá, una antigua ciudad maya localizada en medio de la selva y que contaba con el templo más alto de la península de Yucatán y al que subimos con precaución (pues era empinadísimo) para disfrutar de las vistas...
Por último y, para terminar la excursión, nos trasladamos a la playa de
Akumal. Nos colocamos nuestro equipo de esnórquel y pasamos cerca de una hora nadando con tortugas marinas. ¡Una experiencia inolvidable!
Tras esa última parada, desandamos el camino hasta nuestro hotel y dimos por finalizada la excursión.
Ya en el hotel, pasamos el resto de tarde en la piscina, hicimos el croquis correspondiente para introducir la artesanía y los recuerdos en las maletas y fuimos a cenar al buffet Tikal para reponer fuerzas. Luego, tras pasar un rato sentados en el lobby tomando una copa mientras escuchábamos música en directo, dimos un paseo por las instalaciones para despedirnos de ese magnífico resort que nos dejó encantados...
Aquel día sólo tuvimos tiempo para desayunar y hacer el check out, pues nuestro traslado se presentó 3 horas antes de la salida de nuestro vuelo para llevarnos al aeropuerto.
Habían sido unas vacaciones fantásticas en las que habíamos disfrutado como nunca, pero tocaba despedirse de Riviera Maya... hasta nuestro próximo encuentro...