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Diario de Viaje: Crucero de 10 días por los Fiordos Noruegos

Jet lag Adictos • 2 de junio de 2023

(Parte I del Diario de Viaje: Combinado Crucero por los Fiordos Noruegos - Ámsterdam)

Índice

  • Preparativos.
  • Día 0: Madrid – Ámsterdam.
  • Día 1: ¡Todos a bordo!
  • Día 2: En alta mar.
  • Día 3: Olden.
  • Día 4: Flåm.
  • Día 5: Geiranger.
  • Día 6: Ålesund.
  • Día 7: Haugesund.
  • Día 8: Kristiansand.
  • Día 9: De regreso a Ámsterdam.

Preparativos

Para nuestro viaje combinado, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:


  • Solicitud de la tarjeta sanitaria europea.


Para viajar seguros, solicitamos la tarjeta sanitaria europea a través de la web de la Seguridad Social.

  • Realización del itinerario general.
  • Obtención del Certificado COVID Digital de Vacunación.


Solicitamos el certificado a través de la aplicación de Android: Tarjeta Sanitaria Virtual de la Comunidad de Madrid. La obtención del certificado fue inmediata tras haber recibido la pauta completa de vacunación.


Luego, para esta primera parte del viaje:


  • Compra de paquetes de bebidas para el crucero. Precio total (2 personas): 187,12 €.


  • Compra paquete de internet para 1 dispositivo para el crucero. Precio total: 141,03 €.


  • Reserva de The Flåm Railway Roundtrip. Precio total (2 personas): 1300 NOK.


  • Reserva de las excursiones Glaciar Briksdal y Eagle Bend, Flydal Gorge y Mt. Dalsnibba. Precio total (2 personas): 204 €.


Hicimos las reservas de estas excursiones con una agencia de excursiones externa a la de la naviera pues nos proveían de las mismas excursiones que ésta pero prácticamente a la mitad de precio y con guía en español garantizado.


  • Prueba de antígenos de COVID-19 48 h antes del embarque.

DÍA 0: Madrid – Ámsterdam

Llegamos al aeropuerto con cerca de 2 horas de antelación a la salida de nuestro vuelo para pasar el control de seguridad. Sin embargo, aunque encontramos más gente de la habitual en la terminal, no nos llevó más de 20 minutos pasar el control.


Nuestro vuelo con la compañía KLM con destino a Ámsterdam salió con algunos minutos de retraso pues el avión venía retrasado del Aeropuerto Internacional de Ámsterdam-Schiphol. Sin embargo, recuperamos ese tiempo en el aire y, tras unas 2 horas y 40 minutos de vuelo, llegamos al Aeropuerto Internacional de Ámsterdam-Schiphol, a eso de la 1 del mediodía.


Tras salir del avión, nos dirigimos a la salida siguiendo las indicaciones de transfers para ir en busca del autobús gratuito que proveía nuestro hotel para hacer el traslado entre éste y el aeropuerto. Hacía un día espléndido, soleado y unos 28 ºC… Nos colocamos en la dársena que indicaba el nombre de nuestro hotel y en pocos minutos estábamos en camino...


En unos 10 minutos, llegamos a nuestro destino. Hicimos el check in y subimos a la habitación a refrescarnos un poco y a recobrar fuerzas, aunque rápidamente cargamos con la mochila y la cámara de fotos para aprovechar la tarde viendo algunos de los atractivos de Ámsterdam…


Para aquella tarde teníamos previsto visitar uno de los mejores miradores de Ámsterdam y luego ir adelantando los itinerarios que teníamos previstos para cuando regresáramos del crucero por los fiordos noruegos.

El hotel que habíamos seleccionado se encontraba a poco más de 5 minutos caminando de la estación de autobuses de Knooppunt Schiphol Nrd, así que nos dirigimos hacia allí para tomar el autobús 369 de la compañía GVB con destino el intercambiador de Sloterdijk, con conexión directa con el centro de la ciudad. Mientras esperábamos al autobús, descargamos la app GVB en nuestro móvil y adquirimos un GVB Multi-day ticket válido para 24 horas (8,50 €/adulto) para que los trayectos de los transportes públicos que pensábamos utilizar hasta que nos incorporáramos al crucero nos salieran más baratos.

Cuando llegó el autobús, escaneamos el código QR de nuestro GVB Multi-day ticket sobre el escáner habilitado para ello y montamos. El trayecto hasta el intercambiador de Sloterdijk nos llevó poco más de 30 minutos.


En el intercambiador de Sloterdijk, tomamos el autobús número 22 de GVB en dirección de Muiderpoortstation hasta la parada de Amsterdam, Kadijksplein pues nuestra primera parada del itinerario para esa tarde era el mirador de la azotea del Museo NEMO. El trayecto hasta el Museo NEMO nos llevó poco más de 30 minutos.


Viajar en autobús por Ámsterdam nos había parecido muy sencillo pues en los propios autobuses había paneles luminosos que informaban en todo momento de cuál era la siguiente parada…


El Museo de la Ciencia NEMO era el museo de ciencia y tecnología más importante de toda la región holandesa y se encontraba ubicado a orillas de la Bahía del IJ en un enorme edificio con forma de barco, de un color verdoso adquirido con el paso de los años (en sus inicios era de color cobre, como la Estatua de la Libertad de Nueva York)… Si bien no teníamos tiempo para visitar el interior del museo, habíamos planeado subir a su azotea, donde se extendía un gran mirador gratuito formado por escalones en los que poder disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad así como de la réplica de un gran barco de La Compañía de las Indias Orientales llamado Ámsterdam…


Tras disfrutar de las vistas y hacer unas cuantas fotos, emprendimos un paseo hasta el Damrak Waterfront tomando la calle Prins Hendrikkade pegados al IJ. En poco más de 15 minutos habíamos llegado a una de las partes más bonitas de la ciudad, que concentraba una buena cantidad las típicas casitas torcidas de Ámsterdam bañadas por el agua del canal. ¡Espectacular!

De ahí, nos dirigimos a la Estación Central de Ámsterdam, la principal estación de trenes de la ciudad. Para ello, tan sólo tuvimos que cruzar hacia la Stationplein; eso sí, esquivando a los numerosos ciclistas que circulaban por allí (¡estábamos impactados por tanta bicicleta!)… El edificio neorrenacentista de la estación de trenes nos dejó impresionados…

Girando 360º sobre nuestros pies, pudimos ver la fachada de la Iglesia de San Nicolás, el principal templo católico de Ámsterdam, que destacaba por su enorme rosetón central y sus elegantes torres…


Antes de seguir visitando lugares, y como no habíamos comido, decidimos hacer una parada en una crepería-heladería que encontramos en la esquina de Prins Hendrikkade con la calle Singel y disfrutamos de unos riquísimos crêpes de chocolate y batidos de Oreo…


Con las pilas cargadas, nos dispusimos a visitar uno de los edificios más curiosos de la ciudad, la casa situada en el número 7 de la calle Singel. Allí, nos topamos con la fachada de la casa más estrecha del mundo, de apenas un metro de ancho… ¡Curiosísima!


Después de unas cuantas fotos, bordeamos el Canal Singel, donde obtuvimos unas vistas preciosas, giramos a la izquierda hacia Lijnbaanssteeg y luego a la derecha hacia Nieuwezijds Voorburgwal hasta que llegamos a la Plaza Dam, el lugar en torno al cual fue creada la ciudad de Ámsterdam... La Plaza Dam estaba abarrotada de gente a esas horas de la tarde pero, aun así, pudimos disfrutar de los monumentos y edificios históricos que la rodeaban. Dominando la plaza, encontramos el Palacio Real y, en sus laterales, los arcos apuntados y las enormes vidrieras de la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk) (que habían presenciado las bodas reales y la coronación de los monarcas holandeses desde el año 1814), y el museo de cera Madame Tussauds… Eso sí, nos dio pena no poder ver el Monumento Nacional (un obelisco de 22 metros de altura que fue construido en homenaje a los soldados holandeses caídos en la Segunda Guerra Mundial situado en el centro de la plaza), pues se encontraba rodeado de andamios por labores de conservación…


Todavía daba tiempo para una parada más aquella tarde antes de emprender el camino de vuelta al hotel, así que pusimos rumbo norte por Nieuwendijk y luego tomamos el Beurspassage hasta la Beursstraat, no sin detenernos a contemplar el magnífico techo de la travesía cubierta y abovedada llena de tiendas que era el Beurspassage. Luego, giramos a la derecha por el Paternostersteeg y continuamos por el Wijde Kerksteeg hasta que nos topamos con la espectacular fachada gótica de la iglesia más antigua de Ámsterdam, la Oude Kerk; aunque, sin duda, lo que más nos llamó la atención fue su localización, en pleno Barrio Rojo y rodeada de luces de neón y mujeres que se exponían en los escaparates y a pocos pasos del primer coffe shop de la franquicia Bulldog…

Vistos todos esos lugares, emprendimos el camino de vuelta al hotel. Nos dirigimos hacia la Estación Central bordeando el canal de Oudezijds Voorburgwal para tomar nuevamente el autobús 22 hacia el intercambiador de Sloterdijk, aprovechando el paseo para hacer fotos del atardecer, los canales y algunas de las bicicletas “tuneadas” que decoraban los puentes que atravesaban el canal… Una vez en la Estación Central, montamos en el autobús 22 gracias al GVB Multi-day ticket que habíamos adquirido a primera hora de la tarde y, ya en el intercambiador de Sloterdijk, volvimos a coger el autobús 369 hasta la estación de autobuses de Knooppunt Schiphol Nrd, a la que llegamos ya de noche.


Hicimos una parada para cenar en un restaurante de una conocida cadena de comida rápida que se encontraba a pocos metros de la estación de autobuses y, tras eso, regresamos al hotel a darnos una ducha y descansar para estar a tope para el crucero que tomaríamos al día siguiente…


Ámsterdam nos había sorprendido gratamente y nos había dejado con ganas de más para después del crucero por los fiordos noruegos… 


DÍA 1: ¡Todos a bordo!

Nuestro barco, el Jewel of the Seas, de la naviera Royal Caribbean, partía del puerto de Ámsterdam en dirección a los fiordos noruegos a las 4 de la tarde pero teníamos permiso para embarcar desde las 10 de la mañana, así que decidimos aprovechar ese hecho y embarcar tan pronto como nos fuera posible para así disfrutar unas horas más de las instalaciones del barco.


Tras hacer el check out en el hotel, nos dirigimos de nuevo hacia la estación de autobuses de Knooppunt Schiphol Nrd para tomar el autobús 369 de la compañía GVB con destino al intercambiador de Sloterdijk.


Cuando llegó el autobús, escaneamos el código QR de nuestro GVB Multi-day ticket sobre el escáner habilitado para ello y montamos. El trayecto hasta el intercambiador de Sloterdijk nos llevó poco más de 30 minutos.


En el intercambiador de Sloterdijk, tomamos el autobús número 22 de GVB en dirección de Muiderpoortstation, escaneamos el código QR de nuestro GVB Multi-day ticket sobre el escáner habilitado para ello y tras poco más de 20 minutos de trayecto nos apeamos en la parada de Centraal Station.


Una vez en la Estación Central tomamos la línea 26 de tranvía (cuya cabecera se encontraba en la misma estación), escaneamos el código QR de nuestro GVB Multi-day ticket sobre el escáner habilitado para ello y en unos 10 minutos llegamos a la estación de Muziekgeb. Bimhuis, que se situaba muy cerca de la terminal de cruceros del puerto. 

Accedimos a la terminal, facilitamos al personal de tierra de Royal Caribbean nuestra reserva, el Certificado COVID Digital de Vacunación y la prueba de antígenos de COVID-19 con resultado negativo que nos habíamos realizado 2 días antes en Madrid y recibimos las tarjetas (SeaPass) que nos identificaban como pasajeros del Jewel of the Seas y que nos permitían, además, abrir la puerta de nuestro camarote…


Y, por fin, embarcamos al Jewel of the Seas (no sin antes posar para una bonita foto justo a la entrada)… Lo primero que hicimos fue dirigirnos al lobby del barco (que en este navío se denominaba Centrum) para recoger los 2 vasos de recuerdo isotermos, con tapadera y un chip RFID oculto en su parte inferior (como los que usamos en Universal Studios Orlando en otro de nuestros viajes), con los que podríamos tener acceso a refrescos ilimitados durante todo el viaje… Luego, tomamos el ascensor y nos dirigimos a la cubierta 8, donde se encontraba nuestro camarote. Localizamos el camarote 8625 en el mapa dispuesto a la salida del ascensor y caminamos hasta él… Puede parecer mentira pero estábamos ansiosos por descubrirlo… Debía ser la emoción por volver a navegar… Colocamos la tarjeta sobre la cerradura y entramos… ¡No estaba nada mal! Enfrente nuestra encontramos una cama king size, a la izquierda, localizamos un gran tocador y la puerta que cerraba un baño completo con ducha y, a la derecha, un armario… ¡Era perfecto!


Sobre la cama, encontramos la clave para conectar uno de nuestros teléfonos al Wi-Fi del barco de acuerdo al paquete de internet que habíamos adquirido y el folleto Cruise Compass, que recogía todas las actividades que iban a tener lugar durante el primer día de crucero…

 

Después de haber inspeccionado nuestro camarote, colocamos nuestros móviles y las tarjetas recibidas en sendas bolsitas impermeables (el bañador ya lo llevábamos puesto) y nos dispusimos a investigar el barco…


Las cubiertas 2 y 3 eran cubiertas sólo destinadas a camarotes, así que tomamos el ascensor directamente hasta la cubierta 4, donde encontramos una de las entradas al Tides Dining Room, uno de los restaurantes principales, la recepción y el Lobby Bar…

Siguiendo nuestro ascenso por las cubiertas del barco llegamos a la cubierta 5 donde encontramos otra entrada al salón-restaurante principal Tides Dining Room, la cafetería Café-Latté-tudes (coste adicional), la zona de tiendas, la galería de arte y una de las entradas al Coral Theatre, el teatro donde tendrían lugar los espectáculos que ofrecía la naviera…


Ya en la cubierta 6 encontramos multitud de bares, entre los que destacaban The Safari Club, con pista de baile, Schooner Bar, con mesas de billar, Vintages y The Pit Stop, con grandes pantallas de televisión donde ver deportes…; también hallamos los restaurantes a la carta (coste adicional) Chef’s Table, Giovanni’s Table y Chops Grille; el Casino Royale, donde prometimos echar un buen rato; el cine y otra entrada al Coral Theatre.


Las cubiertas 7, 9 y 10 eran cubiertas sólo destinadas a camarotes, como la cubierta en la que se encontraba el nuestro así que, continuando nuestra inspección del barco, subimos directamente a la cubierta 11. Allí, encontramos la entrada al Spa del barco (coste adicional); la piscina de adultos, que poseía 1 gran jacuzzi y estaba rodeada hamacas y sofás para tomar el sol y que poseía una cubierta retráctil que permitía convertirla en una piscina cubierta si el tiempo lo requería; el restaurante Solarium Bar; el Pool Bar, un gran bar para distribuir bebidas a los usuarios de las piscinas; la piscina principal, que estaba rodeada de jacuzzis y hamacas; una pantalla de televisión gigante detrás de la piscina y el restaurante-bufé Windjammer, que poseía una zona de mesas exterior, justo en la popa del barco, para disfrutar de las vistas.

Las cubiertas 12 y 13 eran cubiertas al aire libre aptas para pasear o tomar el sol y con acceso directo a la cubierta 11. Pero, además, en la cubierta 12 encontramos el gimnasio, la discoteca Sky Bar, la pista de atletismo y las instalaciones deportivas, así como el restaurante a la carta Izumi (coste adicional), los club para niños y adolescentes y la piscina para niños y, en la cubierta 13, encontramos los bares Viking Crown Lounge y Vortex Nightclub, la pared de escalada y el campo de minigolf.


Después de investigar todo lo que el Jewel of the Seas ofrecía, estábamos aún más contentos… ¡El viaje prometía! ¡Lo íbamos a pasar en grande!


Sin más dilación, nos plantamos en la cubierta 11, pedimos unos refrescos con nuestros vasos, tomamos prestadas unas toallas con nuestro SeaPass y pasamos el resto de la mañana probando el agua climatizada de la piscina de adultos y las burbujas del jacuzzi…


Tanto agua nos abrió el apetito, así que nos dirigimos al restaurante-buffet Windjammer… ¡El restaurante era enorme! La comida estaba exquisita y había muchísima variedad... ¡Mmmm! Además, poseía máquinas de Coca Cola Freestyle, como las de Universal Studios Orlando, así que sólo teníamos que colocar nuestros vasos en el lector de la máquina, elegir entre más de 100 bebidas diferentes y llenarlos sólo con pulsar un botón.


Luego de la comida, nos dirigimos al Punto de Encuentro para recibir las indicaciones de seguridad oportunas.


Tras descansar un rato tumbados en las hamacas, nos dirigimos al paseo de la cubierta 12 para ver como partía nuestro barco… A las 4 de la tarde en punto, el atronador sonido de la bocina indicó nuestra partida hacia tierras noruegas… ¡Qué emocionante! En pocos minutos dejamos atrás el puerto de Ámsterdam, pasamos las esclusas y nos adentramos en el Mar del Norte…


Luego, probamos la piscina principal que, para nuestra sorpresa, también era climatizada, así como las burbujas de los jacuzzis que la rodeaban.

 

Unos minutos antes de las 20:00 horas, regresamos a nuestro camarote para darnos una ducha y vestirnos para la cena y el espectáculo que tendría lugar a las 21:30 horas en el Coral Theatre.


Para cenar, elegimos nuevamente el bufé Windjammer de la cubierta 11 donde tenía lugar una cena temática: ¡cena americana! De nuevo la variedad de comida y la calidad del bufé nos dejó impresionados… ¡Además, era una gozada cenar con vistas al mar!


Tras la cena, accedimos al Coral Theatre donde iba a comenzar el espectáculo de bienvenida al crucero de la mano del mago Leo Ward… El show combinaba un deslumbrante juego de manos con la participación del público, ingenio rápido y una magia alucinante. ¡Nos encantó!


Cuando terminó el espectáculo, nos dirigimos al Safari Club a tomar algo pues allí tenía lugar el Welcome Aboard Karaoke… Y la verdad que asistimos a una sesión de cante propia de un programa americano de La Voz…


Tras el fin de la sesión de karaoke, no quedaba otra cosa que hacer que volver al camarote a descansar de nuestro primer día increíble de crucero…


DÍA 2: En alta mar

Para ese día, nuestro crucero seguiría navegando hacia los fiordos de Noruega, por lo que iba a ser un día perfecto para aprovecharse de las instalaciones del navío.


A pesar de que habíamos dormido plácidamente mecidos por las olas del mar, aquel día nos levantamos temprano para aprovechar el día… Tras echar un vistazo a los planes que había para el día en el folleto Cruise Compass que nos habían dejado la noche anterior en nuestro camarote, nos vestirnos y subimos hasta la cubierta 11 para empezar el día con un buen desayuno.


Si la comida y la cena el día anterior en el bufé Windjammer nos habían sorprendido gratamente, el desayuno nos dejó literalmente babeando durante un buen rato…


El resto de la mañana la pasamos entre piscinas, jacuzzis y hamacas aunque también hubo tiempo para jugar al ping-pong.

Cuando volvió a apretar el hambre, regresamos al bufé Windjammer a reponer fuerzas…


Después de comer y, antes de volver al agua, nos acercamos al Schooner Bar de la cubierta 6 para jugar unas partidas de billar… Nos llamó mucho la atención la mesa de billar pues ¡se mecía con las olas! Así se contrarrestaba su efecto y se evitaba que se movieran las bolas por el tapete…


A eso de las 19:00 horas, cambiamos el bañador por ropa casual y paseamos por la zona de tiendas de la cubierta 5. Luego, fuimos a cenar al bufé Windjammer que, para esa noche, ofrecía comida de temática caribeña.


Poco antes de las 21:15 horas, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el espectáculo de The Barricade Boys… Ese espectáculo-musical nos dejó literalmente con la boca abierta pues los Barricade Boys eran un grupo formado por 4 chicos que cantaban como los ángeles y que versionaban canciones al más puro estilo del grupo Il Divo, un grupo que nos encanta… ¡Espectáculo de 10!


Las últimas horas de aquel día las dedicamos a apostar unos cuantos dólares en el Casino…


Aquella noche no nos reportó ganancias, así que no quedaba otra cosa que hacer que volver al camarote a descansar de nuestro segundo día increíble de crucero…


DÍA 3: Olden

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Olden, una pequeña población noruega ubicada en las estribaciones interiores del Nordfjord (el sexto fiordo más grande de Noruega) y conocida como La Puerta de Entrada a los Glaciares debido a su localización, a poca distancia del glaciar Briksdal, uno de los brazos del glaciar Jostedal, el más grande de la Europa continental... por lo que teníamos previsto realizar una excursión para visitar precisamente aquel glaciar y luego dar un paseo por el pueblo por nuestra cuenta.

Nos levantamos bastante temprano aquel día para que nos diera tiempo para poder desayunar tranquilamente, pues habíamos quedado con el personal de la agencia que organizaba la excursión al glaciar Briksdal nada más se produjese el atraque del crucero y el Jewel of the Seas lo tenía previsto a las 8 de la mañana. Tras vestirnos (si bien en este caso cambiamos las camisetas y los pantalones cortos por ropa de más abrigo a modo de cebollas), subimos hasta la cubierta 11 y accedimos al bufé Windjammer.


Mientras desayunábamos en el bufé Windjammer pudimos ver desde sus ventanas el increíble paisaje que nos rodeaba a pesar de que, por la hora, todavía había algunos bancos de niebla y el sol apenas se dejaba entrever a través de las montañas… ¡El Nordfjord era precioso!


Tras el desayuno, no pudimos evitar subir a la cubierta 12 para captar el paisaje con nuestras cámaras… ¡Era espectacular!

Pocos minutos después de las 8:30 horas ya estaba permitido desembarcar. Una vez desembarcamos, localizamos al guía de la agencia y esperamos al resto de pasajeros que iban a realizar la excursión junto a nosotros... A las 9 en punto ya habían acudido todos los pasajeros que iban a realizar la excursión por lo que nos subimos al autobús que nos acercaría hasta el valle del glaciar.


En los primeros minutos de viaje, el autobús atravesó el pueblo y continuó a lo largo del río Olden, muy conocido por la pesca del salmón, para, a continuación, seguir por la carretera que bordeaba la orilla del Lago de Oldevatnet… A pesar de que el día seguía algo neblinoso ¡el paisaje era una delicia!


En algo menos de media hora, habíamos llegamos al valle Briksdal y bajado del autobús para continuar a pie hasta el glaciar. Las nubes habían dejado el valle, por lo que el camino hasta el glaciar, de unos 40 minutos de duración, lo hicimos con el sol brillando sobre nuestras cabezas… El sendero que llevaba a los pies de la masa de hielo que era el glaciar Briksdal bordeaba el río y ofrecía unas vistas impresionantes del bello paisaje de la montaña y de numerosos saltos de agua… Pero, lo mejor, lo encontramos al llegar al final: cuando dimos con un pequeño lago, en el que flotaban pedazos más o menos grandes de hielo, y la morrera detrás… ¡Nos quedamos sin palabras! Pasamos un buen rato captando el glaciar y el lago con nuestras cámaras e incluso sobrevolándolos con nuestro dron antes de emprender el camino de vuelta hasta el autobús…

Ya en el parking de autobuses seguíamos estando en shock por lo que habíamos visto… ¡Y nuestro viaje por los fiordos no había hecho más que empezar!


Mientras esperábamos al resto de personas con las que compartíamos excursión, entramos a las tiendas de suvenires que había a un lado del aparcamiento y compramos algunas cosas…


Una vez el resto de excursionistas llegó al aparcamiento, emprendimos el regreso al puerto de cruceros de Olden a bordo del autobús, no sin hacer una parada para fotos a la orilla del Lago Oldevanet que, con el cielo despejado, reflejaba las montañas como un espejo…

Llegamos al puerto de cruceros poco después del mediodía pero, en lugar de abordar al Jewel of the Seas, decidimos ir a visitar algunos de los atractivos del pueblo de Olden, como la Iglesia Nueva.


Encontramos la Iglesia Nueva de Olden en la parte norte del pueblo, a la que llegamos tras un paseo de unos 15 minutos desde el puerto. El interior de la elegante construcción de madera del 1934 nos gustó muchísimo… ¡Parecía una iglesia vikinga! Además, las fotos que sacamos desde el cementerio de la iglesia fueron espectaculares, ¿no te parece?

Finalmente, después de echar una ojeada por el pueblo, regresamos al puerto, pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos de nuevo al Jewel of the Seas…


Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida tipo bufé que ofrecía el restaurante Windjammer.


A las 17:00 horas, vimos de nuevo como zarpaba nuestro barco hacia el siguiente puerto, Flåm, al que llegaríamos al día siguiente y nos despedimos del precioso pueblo de Olden y del increíble Nordfjord…


El resto de tarde estuvimos a remojo entre piscinas y jacuzzis…


Luego, aquella noche volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades gastronómicas británicas…


Tras la cena, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el espectáculo de City of Dreams, donde pudimos escaparnos a las ciudades más etéreas del mundo de la mano del cuerpo de baile del crucero…


Como colofón al primer día de crucero por los fiordos noruegos, ¡asistimos a una fiesta de rock de los 50 y 60!


Cansados, volvimos al camarote a descansar de nuestro tercer día increíble de crucero…


DÍA 4: Flåm

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Flåm, un pequeño municipio situado al fondo del Aurlandsfjord muy popular entre los turistas por el paisaje que se puede observar a través de las ventanas del tren que realiza el trayecto entre Myrdal y Flåm, el Flåmsbana... por lo que, obviamente, teníamos previsto realizar dicho trayecto en tren y visitar el pueblo por nuestra cuenta.

Aquel día no madrugamos en exceso pues, aunque el Jewel of the Seas tenía previsto el atraque en el puerto de Flåm a las 7 de la mañana, habíamos reservado nuestro billete de ida para el Flåmsbana para las 11:35 de la mañana. Tras vestirnos, subimos hasta la cubierta 11 y accedimos al bufé Windjammer para desayunar tranquilamente.


Mientras desayunábamos en el bufé Windjammer pudimos ver desde sus ventanas el increíble paisaje que nos rodeaba, que estaba bañado por un sol espléndido… ¡Qué verde era todo!


Después de desayunar, decidimos desembarcar para dar una vuelta por el pueblo antes de montar en el tren...


Lo primero que hicimos fue acercarnos a Flåm Beach… Encontramos una preciosa playa con áreas verdes desde la que tomar buenas fotos de nuestro navío y el fiordo y un agua cristalina que invitaba al baño si no fuera por lo fresca que estaba, jejeje.


Después, nos perdimos entre las casas y tiendas del pueblo y acabamos nuestro paseo junto a las vías del tren donde encontramos el Museo del Ferrocarril: un pequeño museo gratuito donde pudimos conocer la sorprendente historia de la construcción del ferrocarril con mayor pendiente del mundo, el Flåmsbana, y de los trabajadores que lo construyeron, a través de una amplia colección de fotografías, vídeos y artefactos… ¡Muy recomendable!


A eso de las 11 nos colocamos en la fila para acceder al Flåmsbana y, poco antes de las 11:30 horas nos dieron permiso para acceder a uno de los vagones, teniendo la suerte de poder sentarnos junto a una de sus ventanas…


El Flåmsbana salió puntualmente de la estación de Flåm y en pocos minutos ya disfrutamos del paisaje desde la comodidad del compartimento del tren, de estilo vintage… Sólo durante el trayecto de ida, vimos pequeñas aldeas, granjas y algunas cascadas y también pudimos ver a algunos intrépidos que se lanzaban por la tirolina Flåm Zipline… Tras algo más de 40 minutos de camino, el tren se detuvo frente a la impresionante cascada de Kjosfossen, donde pudimos bajar del tren por unos minutos y salir al andén a tomar fotografías… Además, pudimos ver a una Huldra (una criatura seductora del bosque del folclore escandinavo) bailando y cantando frente a la cascada…

Tras casi una hora de viaje llegamos a la estación de montaña de Myrdal, el final del trayecto pero, a los pocos minutos, emprendimos el trayecto de bajada hacia Flåm, que también disfrutamos…


Llegamos a Flåm poco antes de las 2 de tarde, así que decidimos volver al Jewel of the Seas para comer. Pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…


Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida tipo bufé que ofrecía el restaurante Windjammer.


A las 5 de la tarde, vimos de nuevo como zarpaba nuestro barco hacia el siguiente puerto, Geiranger, al que llegaríamos al día siguiente, y nos despedimos del precioso pueblo de Flåm y del increíble Aurlandsfjord…


Esa tarde la aprovechamos, además de para darnos un baño, para jugar al ping-pong y al minigolf situado en la cubierta 13…


Para la cena, volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades gastronómicas griegas…


Tras la comilona, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver un espectáculo completamente nuevo de The Barricade Boys… Si el primer show que vimos de estos chicos nos había encantado, este otro nos pareció sublime


Cuando salimos del teatro, nos acercamos al Safari Club en la cubierta 6 donde lo pasamos en grande viendo las pruebas del juego Batalla de Sexos, amenizado por nuestra directora de crucero Susan… Ganaron los chicos, contra todo pronóstico, jejeje.


Cansados, volvimos al camarote a descansar de nuestro cuarto día increíble de crucero…


¡Ding, dong, ding! Ese fue el sonido que escuchamos seguido de la voz del capitán a eso de la 1 de la madrugada… Y no, no nos informaba de que había un iceberg por proa, nos invitaba a salir a cubierta para disfrutar de… ¡la aurora boreal!


Superemocionados, nos enfundamos los pantalones y el abrigo encima del pijama y subimos a la cubierta 12… Caminamos hasta la proa, miramos al cielo y ahí estaba: una enorme bóveda de color blanco que cubría gran parte del cielo noruego… La veíamos moverse sobre el horizonte pero, lo mejor, fue cuando empezamos a hacer fotos pues pudimos captar los colores verdes de la aurora perfectamente… Alucinante, ¿no crees?

Nos dieron las 3 de la mañana en cubierta a pesar de que hacía bastante frío pero mereció la pena sufrir un poco… ¡Habíamos visto una aurora boreal! ¡El viaje no podía estar siendo más perfecto!


DÍA 5: Geiranger

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Geiranger, un pequeño pueblo situado al final del fiordo del mismo nombre y que es considerado uno de los fiordos más bellos de Noruega... por lo que teníamos previsto realizar una excursión para visitar sus mejores miradores y luego dar un paseo por el pueblo por nuestra cuenta.

A pesar de que habíamos dormido poco esa noche, decidimos madrugar otra vez para poder desayunar tranquilamente antes de que nuestro crucero entrase en el fiordo de Geiranger, pues habíamos leído que verlo era una experiencia inolvidable… Tras vestirnos con algo más de abrigo (para poder estar a gusto en cubierta cuando atravesáramos el fiordo), subimos hasta la cubierta 11 y accedimos al bufé Windjammer para desayunar.


Cuando ya casi habíamos terminado con el desayuno, volvimos a escuchar por megafonía la voz del capitán, que nos invitaba a salir a cubierta para disfrutar del paisaje, pues en pocos minutos nos adentraríamos en el Geirangerfjord.


Subimos a la cubierta 12 y nos colocamos en la barandilla de proa, cámaras en mano… La belleza del entorno natural que rodeaba a Geirangerfjord estaba colmada de escarpadas montañas y elevadas cascadas como las de las Siete Hermanas, el Pretendiente y el Velo Nupcial, que vertían sus nítidas aguas al fiordo... ¡Era una pasada!

Unos minutos después, llegamos a puerto. El puerto de Geiranger era el puerto más pequeño de los que habíamos visitado. De hecho, habíamos leído que era más que probable desembarcar en lancha, dependiendo del número de cruceros que hubiera en el puerto… En nuestro caso, éramos el único barco que atracaría ese día por lo que, desde el puerto, habilitaron una pasarela móvil para el desembarque.


Poco después de las 10 de la mañana, ya teníamos permiso para desembarcar. Una vez desembarcamos, nos dirigimos al punto de encuentro que nos había proporcionado la agencia con la que habíamos contratado la excursión. Allí, localizamos a nuestra guía y esperamos al resto de pasajeros que iban a realizar la excursión junto a nosotros... A las 11 en punto ya habían acudido todos los pasajeros que iban a realizar la excursión por lo que nos subimos al autobús que nos acercaría hasta el primer mirador.


En los primeros minutos de viaje, el autobús ascendió por la llamada Carretera de las Águilas, una carretera llena de curvas cerradas que llevaba al mirador de Eagle Bend. Una vez allí, bajamos del autobús y disfrutamos de una hermosísima vista de Geiranger y también de las magníficas cascadas de las Siete Hermanas, que teníamos justo delante… Además, atendimos a las explicaciones de nuestra guía sobre la leyenda de las cascadas de las Siete Hermanas, el Pretendiente y el Velo Nupcial… ¡Una historia preciosa! ¿Quieres conocerla? Venga, vale, ahí va: cuenta la leyenda que un día un valiente guerrero vikingo (el Pretendiente) trató de cortejar a 7 jóvenes (las Siete Hermanas); éstas le propusieron al joven que volviera al día siguiente con un velo de novia y eligiera entonces sólo a una de ellas; el Pretendiente compró el Velo Nupcial y se dispuso a elegir mujer; sin embargo, en el último momento, se detuvo sin saber qué chica elegir porque todas eran de gran belleza; así que todos ellos se quedaron en este lugar para siempre…


Tras esa parada en el Eagle Bend, volvimos a subir al autobús, descendimos la Carretera de las Águilas y nos dirigimos al segundo mirador que íbamos a visitar durante la excursión: el mirador de Flydal Gorge, al que llegamos tras poco más de 15 minutos. Una vez allí, bajamos del autobús y disfrutamos de uno de los puntos más fotografiados de Noruega y no era de extrañar que lo fuera pues, Flydal Gorge, ofrecía una preciosa vista del fiordo de Geiranger y de nuestro crucero… Estuvimos un buen rato haciendo fotos y, también, aprovechamos para realizar unos vuelos con el dron…

Luego, volvimos al autobús para dirigirnos al último mirador: el del Monte Dalsnibba, al que llegamos una hora después… Cuando bajamos del autobús, nos encontramos entre montañas nevadas y lagos de un color azul intenso y, desde sus plataformas de observación, se podía ver el Geirangerfjord en la distancia… ¡Era un mirador increíble! Tuvimos tiempo de volar el dron nuevamente y de acercarnos al lago para tomar fotografías…


Después, volvimos a montar en el autobús para emprender el regreso a Geiranger… Tras algo más de una hora, llegamos al pueblo. Nuestra guía nos dio la opción de bajarnos antes de llegar al puerto para recorrer, ya por nuestra cuenta, el Fossevandring Geiranger, un sendero de 327 escalones con varios miradores desde los que observar la cascada de Storfossen, que hacía su recorrido hasta el Hotel Union y el Centro del Fiordo Noruego. Como no era lo mismo recorrer el sendero de bajada que de subida y era uno de los atractivos de Geiranger que queríamos visitar, así lo hicimos… 

El Fossevandring nos pareció una pasada: era increíble poder disfrutar de una cascada en mitad de un pueblo… ¡Geiranger nos encantó!


Tras dar una vuelta por la parte baja del pueblo y comprar algún que otro souvenir, decidimos volver al Jewel of the Seas pues a esas horas ya teníamos bastante apetito. Pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…


Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida. Esta vez, y ya que el Windjammer se encontraba cerrado, nos dirigimos al restaurante Solarium Bar en la misma cubierta.


Cuando saciamos nuestro apetito, nos pusimos a remojo tanto en la piscina para adultos como en el jacuzzi y a las 7 de la tarde nos colocamos en la barandilla de proa de la cubierta 12 para ver de nuevo como zarpaba nuestro barco hacia el siguiente puerto, Ålesund, al que llegaríamos al día siguiente, y nos despedimos del precioso pueblo de Geiranger y del increíble Geirangerfjord y sus cataratas…


Para la cena, volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades de la cocina china…


Tras la cena, y ya que esa noche no habría espectáculo en el teatro, decidimos volver al camarote para abrigarnos y salir a cubierta en busca de más auroras boreales… Y, aunque no te lo creas, ¡volvimos a verlas! Y esta vez y, aunque al principio duraban sólo unos segundos, nuestros ojos percibían claramente sus colores verdes… Lo mejor vino a eso de las 11 de la noche, cuando una gran aurora permanente cubrió el cielo con sus movimientos y cuando, incluso, la cámara de nuestro móvil, captó sus colores morados… ¡Espectacular!

Si bien pasamos un buen rato los 2 solos en cubierta, el capitán volvió a avisar a todo el pasaje y las cubiertas exteriores volvieron a llenarse de pasajeros emocionados como nosotros… Pasada la medianoche y cuando ya no sentíamos los dedos de las manos por el frío, volvimos a nuestro camarote a descansar de otro día perfecto por los fiordos de Noruega…


DÍA 6: Ålesund

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Ålesund, capital del estilo Art Nouveau en Noruega y un destino muy popular entre los turistas por su proximidad a Trollstigen, la Carretera de los Trolls... Como queríamos ver ese tramo de carretera de montaña con pendientes del 9% y sus 11 curvas cerradas y, la agencia de excursiones para cruceros con la que habíamos contratado las excursiones de Olden y Flåm, no disponía de esa excursión en Ålesund, habíamos reservado un coche de alquiler con el que llegar hasta allí, pues la excursión que ofrecía Royal Caribbean duplicaba en precio el del alquiler del coche. Así que, en esa escala de crucero, teníamos previsto conducir por la Carretera de los Trolls, luego acercarnos hasta el Mirador del Monte Askla a disfrutar de las vistas de la ciudad y, finalmente, dar un paseo por el centro de Ålesund.

Teníamos que recoger el coche en una oficina del centro de Ålesund, a unos 10 minutos andando desde el puerto de cruceros, por lo que nos levantamos pronto para poder desayunar tranquilamente antes de desembarcar.


A eso de las 7:30 de la mañana ya estábamos pisando el muelle del puerto de cruceros de Ålesund. Volvía a hacer un día espléndido así que, aunque era bastante pronto, no se notaba demasiado frío.


Tras unos 10 minutos de caminata, llegamos a la oficina de alquiler de coches. Presentamos nuestro voucher en ventanilla y, en pocos minutos, recibimos las llaves de un flamante Toyota Yaris Aircross hibrido. Pusimos la dirección de la Carretera de los Trolls en nuestro GPS y nos pusimos en marcha.



El paisaje que vimos durante las 2 horas que tardamos en llegar al comienzo de Trollstigen fue una pasada: lleno de verde por todas partes… Y, por fin, llegamos al comienzo de las 11 curvas de la Carretera de los Trolls… Aparcamos el coche justo al comienzo y nos pusimos a volar el dron para grabar el recorrido que íbamos a hacer… ¡Era impresionante! Además, justo en medio del recorrido, una cascada precipitaba el agua prácticamente en medio de la carretera… ¡Sin palabras!


Nos llevó apenas 10 minutos subir hasta el mirador situado en la parte alta de la carretera pero mereció la pena conducirlos…


Después, aparcamos el coche en el aparcamiento del mirador y nos pusimos a sacar fotos como locos… ¡Alucinante!

Tras una visita al aseo, emprendimos el viaje de vuelta a Ålesund descendiendo de nuevo por la Carretera de los Trolls… ¡Qué bajada!


A eso de las 2 de la tarde llegamos a las inmediaciones de Ålesund pero, antes de devolver el coche, nos dirigimos al Mirador del monte Askla. Al ir en coche, nos evitamos el tener que subir los 418 escalones que había desde el parque de la ciudad hasta el mirador, pero ya aún si, podemos garantizarte que las vistas merecen la caminata… ¡Sólo tienes que ver la foto!

Cuando ya no podíamos tomar más fotos de Ålesund desde el mirador, regresamos al coche para dirigirnos a la oficina de alquiler.


Una vez devolvimos el coche, dimos un pequeño paseo por la ciudad antes de regresar al puerto, deteniéndonos junto al Canal Ålesundet para contemplar los magníficos edificios Art Nouveau con los que contaba la ciudad y algún que otro barco vikingo… ¡Preciosos!


Ya en el puerto de cruceros, pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…



Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida. Como el día anterior, encontramos el Windjammer cerrado, por lo que nos dirigimos al restaurante Solarium Bar.


A las 5 de la tarde, vimos de nuevo como zarpaba nuestro barco hacia el siguiente puerto, Haugesund, al que llegaríamos al día siguiente, y nos despedimos de Ålesund y su arquitectura Art Nouveau…


Las piscinas, los jacuzzis y el billar situado en el Schooner Bar nos reclamaron aquella tarde…


Para la cena, volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades de la cocina francesa…


Tras la cena, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el espectáculo producido por James Rawlings, un concursante del Britain’s Got Talent con 15 récords Guinness, que combinaba comedia, magia y malabares en un único show. ¡Lo pasamos en grande!


Cuando salimos del teatro, nos acercamos al Centrum de la cubierta 4 para asistir a la fiesta Disco Inferno años 70 y echarnos unos bailes…


Aquella noche, tras la fiesta, al encontrarnos más al sur de Noruega, no vimos auroras por lo que, cansados, volvimos al camarote a descansar de otro día espectacular de crucero…


DÍA 7: Haugesund

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Haugesund, ciudad sede del primer reino unificado de Noruega en el siglo IX y próxima a la catarata de Langfoss, nombrada en 2011 por la CNN como una de las cascadas más bellas de todo el mundo... Como queríamos ver esa cascada y, la agencia de excursiones para cruceros con la que habíamos contratado las excursiones de Olden y Flåm, no disponía de esa excursión en Haugesund, habíamos reservado otro coche de alquiler con el que llegar hasta allí, pues la excursión que ofrecía Royal Caribbean duplicaba en precio el del alquiler del coche. Así que, para esa escala de crucero, teníamos previsto conducir hasta la Cascada de Langfoss, luego acercarnos hasta el monumento de Haraldshaugen y, finalmente, dar un paseo por el centro de Haugesund.

Teníamos que recoger el coche en una oficina del centro de Haugesund, a unos 20 minutos andando desde el puerto de cruceros, por lo que nos levantamos pronto para poder desayunar tranquilamente antes de desembarcar.


A eso de las 8:30 de la mañana ya estábamos pisando el muelle del puerto de cruceros de Haugesund. Volvía a hacer un día espléndido… ¡Qué suerte estábamos teniendo!


Tras unos 20 minutos de caminata, llegamos a la oficina de alquiler de coches. Presentamos nuestro voucher en ventanilla y, en pocos minutos, recibimos las llaves de un flamante Hyundai I10. Pusimos la dirección de la Cascada de Langfoss en nuestro GPS y nos pusimos en marcha.


El paisaje que vimos durante las 2 horas que tardamos en llegar a la Cascada de Langfoss fue una pasada: lleno de verde por todas partes y de “casitas” de madera con patios ajardinados (y decimos casitas… pero eran casoplones preciosos). Y, por fin, llegamos a la Cascada de Langfoss… Aparcamos el coche en un parking que había habilitado junto a la cascada y nos pusimos a hacer fotos como locos… ¡Era impresionante! A pesar de que, por las fechas en las que nos encontrábamos, el salto de agua no tenía todo el caudal que debiera, bien tenía ganada su reputación de una de las cascadas más bellas del mundo… Además, justo al otro lado de la carretera (al que teníamos acceso a través de un paso subterráneo), pudimos ver las aguas del fiordo Åkrafjord… ¡Espectacular!

Tras una visita al aseo, emprendimos el viaje de vuelta a Haugesund…


A eso de las 2 de la tarde llegamos a las afueras de Haugesund pero, antes de devolver el coche, nos dirigimos a Haraldshaugen, un monumento que conmemoraba los mil años de la unificación de Noruega. Aparcamos en un parking localizado justo al lado del monumento y nos acercamos caminando. Nos pareció un monumento precioso: tenía un obelisco en el centro y 26 piedras rodeándolo, que representaban los veintiséis condados históricos de Noruega…


Después, regresamos al coche para dirigirnos a la oficina de alquiler.


Una vez devolvimos el coche, dimos un pequeño paseo por la ciudad antes de regresar al puerto, atravesando Haraldsgata, la principal arteria comercial de la ciudad. Allí encontramos la escultura de los dos marineros apuntando al mar, que pretendía rendir homenaje a los hombres de la mar que permitieron el desarrollo de la ciudad, y la preciosa fachada de la iglesia de la ciudad…

Ya en el puerto de cruceros, pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…


Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida. Como los días anteriores, optamos por comer en el restaurante Solarium Bar.


A las 6 de la tarde, vimos de nuevo como zarpaba nuestro barco hacia el último puerto noruego, Kristiansand, al que llegaríamos al día siguiente, y nos despedimos de Haugesund y sus paisajes…


Las piscinas, los jacuzzis y el sonido de las tragaperras del casino nos reclamaron aquella tarde…


Para la cena volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades de la cocina india…


Tras la cena, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el espectáculo Tango Buenos Aires… Vimos un show precioso que nos permitió apreciar las distintas variedades de ese baile argentino: desde el apache atlético hasta el tango elegante, pasando por los gauchos que aceleran el corazón y pisan fuerte…


Cuando salimos del teatro, nos acercamos al Safari Club a tomar algo…


Después y ya cansados, volvimos al camarote a descansar de otro día espectacular de crucero…


DÍA 8: Kristiansand

Para ese día, nuestro crucero hacía puerto en Kristiansand, la localidad más al sur de Noruega... Como los atractivos de Kristiansand que queríamos ver se encontraban a poca distancia del puerto de cruceros, decidimos programar un itinerario por libre (Recorrido total caminando: 1,26 h – 6,8 Km).

Aquel día no madrugamos en exceso pues, aunque el Jewel of the Seas tenía previsto el atraque en el puerto de Kristiansand a las 8 de la mañana, permaneceríamos en Kristiansand hasta las 6 de la tarde. Tras vestirnos, subimos hasta la cubierta 11 y accedimos al bufé Windjammer para desayunar tranquilamente.


Aquel día amaneció algo nublado pero sin lluvia así que, de nuevo, podíamos estar muy contentos por el tiempo que nos estaba haciendo en Noruega.


A eso de las 10 de la mañana ya estábamos pisando el muelle del puerto de cruceros de Kristiansand.


Lo primero que vimos en nuestro recorrido por Kristiansand fue el Centro de Artes Escénicas Kilden, ubicado en un edificio vanguardista a orillas del mar.


Tras un pequeño paseo, llegamos a Fyskebrygga, uno de los puntos más animados de la ciudad gracias a la gran cantidad de cafés, restaurantes y clubs que poseía, destacando el mercado de pescado, donde era posible encontrar pescado y marisco noruego recién capturado.

Luego, tomamos Vestre Strandgate hasta su cruce con Radhusgata y llegamos a la siguiente parada del itinerario para ese día: la Catedral de Kristiansand, una de las mayores catedrales de Noruega. La verdad es que era impresionante…


Seguidamente y rodeando la catedral, tomamos la calle Skippergata hasta que llegamos al barrio de Posebyen, un pintoresco barrio de casas blancas donde antiguamente residían los trabajadores de los astilleros que nos pareció encantador.


Después de perdernos por el barrio haciendo fotos, nos dirigimos al siguiente punto de nuestro itinerario para ese día: Bystranda Beach, a la que llegamos después de caminar unos 10 minutos por Holbersgate y llegar al final del paseo marítimo… Pese a que, obviamente no se parecía en nada a las playas a las que estamos acostumbrados en España (principalmente porque estaba vacía), nos pareció una playa con mucho encanto… Nos sentamos un rato a descansar y a tomar fotos, tanto de la playa como de la Fortaleza de Khristiansholm, que se encontraba a pocos metros.


Vistas la mayoría de las atracciones del centro de Kristiansand, nos dirigimos al norte por Kronprinsens gate hasta su cruce con Tordenskjolds gate para tomar uno de los caminos que subía hasta el parque de Ravnedalen… Una vez allí, encontramos lagos preciosos repletos de nenúfares y rodeados de vegetación y, también, unas vistas espectaculares de la ciudad…

Próxima ya la hora de comer, decidimos regresar al centro para visitar Markens gate antes de regresar al puerto de cruceros, la principal calle comercial de Kristiansand… Luego, entramos en una de las tiendas para tramitar la devolución de impuestos.

Ya en el puerto de cruceros, pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…


Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a cambiarnos de ropa y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11 para disfrutar de la comida tipo bufé que ofrecía el restaurante Windjammer.


Las piscinas y los jacuzzis nos reclamaron aquella tarde hasta que, a las 18:00 horas, vimos de nuevo como zarpaba nuestro barco… Aunque apenados, nos despedimos de Noruega y sus fiordos…


Después, nos acercamos al Pit Stop Bar para ver uno de los partidos del US Open de Tenis mientras nos tomábamos algo y, para la cena, volvimos a cenar en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía especialidades de la cocina italiana…


Tras la cena, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el espectáculo del impresionistas Greg London, que imitaba a grandes artistas tales como Rod Stewart, Ozzy Osborn o Johnny Cash…


Cuando salimos del teatro, nos acercamos al Centrum de la cubierta 4 pues esa noche tenía lugar un concurso de baile de parejas formadas por algunos de los huéspedes del barco y los oficiales del Jewel of the Seas… ¡Nos reímos muchísimo!


Después y ya cansados, volvimos al camarote a descansar de otro día espectacular de crucero…


DÍA 9: De regreso a Ámsterdam

Para ese día, nuestro crucero seguiría navegando hacia el puerto de Ámsterdam, por lo que iba a ser un día perfecto para volver a aprovecharse de las instalaciones del navío.


Aquel día aprovechamos para quedarnos hasta un poco más tarde en la cama… Tras echar un vistazo a los planes que había para el día en el folleto Cruise Compass que nos habían dejado la noche anterior en nuestro camarote, nos vestirnos y subimos hasta la cubierta 11 para empezar el día con un buen desayuno.


El resto de la mañana la pasamos entre piscinas, jacuzzis y hamacas, aunque también hubo tiempo para jugar al ping-pong.


Cuando volvió a apretar el hambre, regresamos al bufé Windjammer a reponer fuerzas…


Después de comer y, antes de volver al agua, nos acercamos al Schooner Bar de la cubierta 6 para jugar unas partidas de billar y luego vimos como entraba nuestro barco por las esclusas una vez que nos acercábamos a Ámsterdam…


A eso de las 18:30 horas, cambiamos el bañador por ropa casual y poco antes de las 19:15 horas, ocupamos un asiento en el Coral Theatre para ver el show de despedida… ¡Espectáculo de 10!


Tras el espectáculo, fuimos a disfrutar de nuestra última cena del crucero en el bufé Windjammer, que esa noche ofrecía platos de la gastronomía Tex Mex…


Después de la cena, nos dirigimos al Safari Club a tomar algo pues allí tenía lugar la final del concurso de karaoke… ¡Madre mía que nivel vimos aquella noche! Fue una final muy reñida…



Por último, apostamos los últimos dólares que nos quedaban en el casino y fuimos al camarote a dormir…

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