Para esta parte del viaje tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
El 3 de mayo de 2018 el volcán Kilauea, situado en la isla hawaiana de Big Island y uno de los más activos del mundo, sufrió una nueva erupción tras varios días de registrarse en la zona terremotos de magnitud 5.0 en la escala de Richter...
Aun habiendo pasado más de un mes entre el inicio de la erupción y el comienzo de nuestra visita a la isla más grande del archipiélago hawaiano, nos íbamos a ver afectados por ese aumento en la actividad del volcán. Desgraciadamente, íbamos a encontrar cortadas algunas carreteras próximas al flujo de lava y cerrado al público el Parque Nacional de Los Volcanes, no sólo debido a la peligrosidad sino también porque el mismo había sufrido daños; pero no todo iba a ser malo: la erupción nos iba a permitir disfrutar de uno de los fenómenos más increíbles e infrecuentes del mundo: ver lava cayendo al océano.
Para disfrutar de ese fenómeno, varias agencias especializadas organizaban un recorrido en barco desde Hilo hasta las entradas activas de lava al océano, cerca de Leilani States; por lo que no pudimos resistirnos a reservar uno de esos Lava Boat Tour con una de esas agencias.
Nuestro vuelo con destino a la capital de Big Island, la isla más grande del archipiélago hawaiano, partía del aeropuerto de Los Ángeles a primera hora de la mañana así que, tras desayunar en la cafetería del hotel, realizamos el check out y fuimos a devolver el coche a la agencia de alquiler.
Luego, la van de nuestra compañía de alquiler nos dejó en la terminal del aeropuerto de LAX...
Dos horas antes de la salida de nuestro vuelo ya estábamos en el aeropuerto. Facturamos las maletas, obtuvimos las tarjetas de embarque, pasamos el control de seguridad y nos desplazamos a la puerta de embarque.
Nuestro vuelo con la compañía American Airlines salía a la hora programada por lo que, 45 minutos antes, nos dieron permiso para embarcar...
Después de casi 6 horas de vuelo llegamos a Hawái, a eso de las 11:30 de la mañana, hora hawaiana.
El aeropuerto de Kona nos sorprendió muchísimo pues para nada se parecía a un aeropuerto convencional: la pista del aeropuerto estaba construida en gran parte sobre lava solidificada y ¡la terminal se encontraba al aire libre! Por esto último, nada más bajar del avión pudimos sentir en nuestra piel el calor y la impresionante humedad...
Tras recoger nuestro equipaje en las cintas, cruzamos la calle para situarnos en las paradas diseñadas para las compañías de alquiler de coches y aguardamos unos minutos al minibús gratuito que nos llevaría a la agencia de alquiler de coches en la que habíamos reservado un SUV para desplazarnos por la isla esos días.
La agencia estaba a tan solo 5 minutos del aeropuerto...
Una vez que recibimos las llaves de nuestro coche, introdujimos en nuestro GPS la dirección del hotel que habíamos reservado en Kona.
La isla de Big Island cuenta con dos ciudades principales: Kona, en el oeste de la isla, e Hilo, en el este, y ambas cuentan con un aeropuerto internacional. Dependiendo de en qué ciudad aterrice tu vuelo, será una buena opción alojarte en una u otra ciudad.
Después de conducir unos 20 minutos por la carretera, llegamos a nuestro hotel en Kona. Reservamos el parking e hicimos el check in pero, como llegamos al resort antes de la hora oficial del check in, las 15:00, no teníamos la habitación disponible, así que nos fuimos a dar un paseo por el paseo marítimo que recorría la Ali'i Dr.
El paseo fue una pasada: a un lado, las olas del mar golpeaban las rocas y la brisa mecía las palmeras y, al otro, teníamos tiendas y restaurantes dispuestos en unas preciosas construcciones hawaianas...
El paseo nos abrió el apetito así que aprovechamos para hacer una parada técnica para comer en uno de los restaurantes de la cadena Bubba Gump Shrimp Co. Esa fue la segunda vez que comimos en uno de los restaurantes inspirados en la película ‘Forrest Gump’ y de nuevo no nos defraudó...
Tras la comida, regresamos al hotel y accedimos por fin a nuestra habitación. Habíamos reservado una habitación con vistas tipo
corner y lo cierto es que, una vez arriba, nos pareció espectacular... Después de tomarnos un tiempo disfrutando de las vistas desde la terraza de la habitación, nos pusimos el bañador para aprovechar la tarde recorriendo en coche algunas de las mejores playas del área.
A tan sólo 3 millas de nuestro hotel se encontraba la playa
White Magic Sands Beach. Esa pequeña pero hermosa playa, también llamada La'aloa Beach, tenía un agua turquesa espectacular, buenas olas y arena blanca finísima... ¡Era una playa de postal! Pasamos un buen rato sorteando las olas y viendo como los locales hacían
bodysurfing y
bodyboarding.
Cuando nos cansamos, tomamos el coche de nuevo para dirigirnos a una de las mejores playas para hacer esnórquel de la isla: Kahalu'u Beach Park. Protegida por un antiguo rompeolas, sus aguas frescas y calmadas y su fondo coralino eran ideales para practicar ese deporte. Tras atravesar su arena tipo sal y pimienta (llamada así por ser una mezcla de coral y lava), nos zambullimos en el agua y pudimos ver peces tropicales y algunas honu (tortugas verdes marinas) sin dificultad... Permanecimos en la playa hasta casi el atardecer...
Regresamos al hotel y disfrutamos de la puesta de sol en la terraza de nuestra habitación. Luego, tras darnos una ducha, nos desplazamos al centro comercial North Kona Shopping Centre, a tan sólo 5 minutos en coche de nuestro hotel, para comprar algo de cenar.
Había sido un día completo así que, después de la cena, nos fuimos a descansar...
Aquel día nos despertamos muy temprano... ¡pasadas las 5 de la mañana! Pero, a pesar del cambio horario sufrido en apenas 48 horas, nos encontrábamos descansados y con muchas ganas de empezar nuestro día en Big Island... A esas horas el Sol ya entraba a raudales en nuestra habitación pero, aún así, era demasiado temprano para salir a recorrer Isla Grande, por lo que aprovechamos para ver por televisión un partido del Mundial de Fútbol, que se celebraba en Rusia en esos días, mientras desayunábamos en la habitación.
Durante nuestra estancia en la principal isla de Hawái queríamos descubrir la diversidad de paisajes de la isla y el Hawái más salvaje, sentir el auténtico espíritu aloha y comprobar el sentido del hang loose y, también, hacer el mejor esnórquel de nuestra vida en sus impresionantes playas por lo que, para conseguirlo, nos propusimos recorrer la isla por completo...
Para ese día habíamos planeado desplazarnos al noreste de la isla, a la costa de Hamakua, para disfrutar primeramente de las vistas del valle del Waipi'o y luego de la frondosa vegetación y las cascadas de la zona de Honomu e Hilo, uno de los lugares dónde más llueve del planeta... Después, conduciríamos por la impresionante Saddle Road hasta el Mauna Kea para asistir a un programa de observación de estrellas...
A eso de las 8 de la mañana cargamos el coche con todo lo necesario para nuestro primer día completo en Big Island e introdujimos en nuestro GPS nuestro primer destino: Waipi'o Valley Lookout.
Tras aproximadamente una hora y media de viaje, llegamos al valle de Waipi'o: hogar de niñez del rey Kamehameha I y un importante centro político y religioso de Hawái, algo así como el Valle de los Reyes de Hawái... Las vistas desde el mirador del fértil valle eran impresionantes y pudimos disfrutarlas prácticamente solos... ¡El día prometía!
Después de pasar un rato haciendo fotos, emprendimos de nuevo el camino en coche, esta vez, hacia Honomu y nuestra segunda parada: el parque estatal de Akaka Falls.
El trayecto de alrededor de una hora hasta llegar al parque estatal fue increíble, la carretera estaba rodeada de una exuberante vegetación... ¡Parecía que estuviéramos en medio de una selva!
Una vez en el parque, dejamos el coche en el parking, pagamos la entrada (5 $ por vehículo) y accedimos.
El parque estatal de
Akaka Falls estaba atravesado por un sendero circular de algo más de medio kilómetro que, debido al calor y la humedad, requería algo de esfuerzo... Sin embargo, durante el paseo por el sendero, además de estar rodeados de una fabulosa vegetación tropical, llegamos a varios puntos panorámicos con espectaculares vistas de las cataratas Kahuna Falls y Akaka Falls, estas últimas con una caída de casi 135 metros, lo que hizo que el esfuerzo valiera la pena... ¡Eran espectaculares!
Con tanta humedad, a esas horas de la mañana ya habíamos gastado nuestra cantimplora de 1,5 L de capacidad... ¡La humedad era altísima! Menos mal que en el parking pudimos recargarla en una fuente...
Ya rehidratados, continuamos nuestra ruta en dirección a Hilo para visitar otras cataratas, las
Rainbow Falls, que se encontraban a poca distancia de la ciudad más grande de la isla. La lluvia hizo acto de presencia por el camino, cosa que no era de extrañar, pues llegábamos a uno de los lugares donde más llovía del mundo y, como ya hemos dicho, la humedad era muy alta, pero enseguida vimos el arco iris y la lluvia cesó permitiéndonos ver las Rainbow Falls en todo su esplendor y de forma gratuita, ya que el aparcamiento y el acceso a las mismas así lo era. Desde el mirador situado enfrente de la cascada pudimos obtener unas fotos espectaculares, pero también subimos por el camino que llevaba a su cima para obtener unas bonitas vistas...
Acercándose la hora de comer, nos dirigimos a Hilo... Recorrimos la Kamehameha Av. contemplando el mar y la playa y vimos por primera vez uno de los carteles que indicaban la entrada o la salida al área de evacuación por tsunami... Tras el paseo, paramos a comer una hamburguesa en un restaurante de una conocida cadena.
Sin más dilación, nos dirigimos hacia el volcán Mauna Kea, en el centro de la isla, pues queríamos tomar buenas fotos del atardecer y también asistir al programa
stargazing de observación de estrellas que tenía lugar cada noche en el centro de visitantes de la montaña, y habíamos leído en nuestra guía que tenía aforo limitado... Para llegar hasta allí condujimos por la
Saddle Road, la carretera que atravesaba Big Island de este a oeste y que pasaba entre las dos montañas más altas de la isla: el Mauna Kea y el Mauna Loa, ambos volcanes. El verde de la vegetación tropical se fue reemplazando gradualmente por el marrón del desierto y antes de llegar al desvío hacia el Mauna Kea nos sorprendió encontrar una enorme extensión de lava solidificada formando unas preciosas estructuras... Así que no pudimos resistirnos y paramos en uno de los miradores situados en el arcén de la carretera para pasear por esa extensión y hacer fotos...
Un poco más adelante encontramos el desvío hacia la Mauna Kea State Recreation Area y comenzamos la ascensión hacia la cima del volcán...
El volcán Mauna Kea es el punto más alto del estado de Hawái con una altura de más de 4200 metros (aunque medido desde su base, en el fondo del océano, en realidad supera los 10000 metros de altitud siendo, por tanto, más alto que el monte Everest) y la carretera que permite ascender hasta su cima te permite conducir en unas 2 horas desde el nivel del mar hasta 4200 metros de altura... A esa altitud, hay un 40% menos de oxígeno que al nivel del mar, así que sufrir el llamado mal de altura es una posibilidad... Por eso, las autoridades de Hawái recomiendan realizar una parada para aclimatarse en el Centro de Visitantes del área recreativa del Mauna Kea situado a una altura de aproximadamente 2800 metros.
Nuestro itinerario contemplaba hacer una parada en el Centro de Visitantes, subir a la cima para contemplar el atardecer y bajar nuevamente al Centro de Visitantes para asistir al programa de observación de estrellas...
El ascenso hasta el centro de visitantes nos resultó precioso, de hecho paramos en alguno de los miradores para hacer fotos y ver cómo íbamos dejando las nubes abajo nuestro... Una vez llegamos al Centro de Visitantes, aparcamos para hacer la aclimatación y ya pudimos comprobar la fuerte bajada de temperatura... Tras eso nos dispusimos ascender a la cima pero el ranger que controlaba el paso nos lo impidió por no disponer de un vehículo 4x4 (te recordamos que alquilamos un SUV) y es que la carretera que continúa hacia la cima es una carretera con algo de pendiente y sin pavimentar, así que ese día nos quedamos con las ganas y tuvimos que conformarnos con ver el atardecer desde allí, aunque también mereció la pena...
A medida que iba avanzando la tarde iban llegando hasta el Centro de Visitantes más y más turistas para asistir al programa de observación de estrellas y también el personal del área recreativa del volcán iba montando telescopios alrededor de la caseta del centro. Mientras esperábamos a que terminará de oscurecer, entramos en el Centro de Visitantes para ver una pequeña exposición y volvimos a recargar nuestra cantimplora con el agua más fresca y exquisita que hemos probado nunca y es que la fuente provenía directamente del deshielo de las nieves del volcán...
Al caer la noche, la ínfima contaminación lumínica nos permitió vislumbrar un cielo repleto de estrellas, lo que dio paso al comienzo del programa de observación. Los astrónomos allí presentes nos dieron algunas pautas para localizar las constelaciones y también pusieron sus telescopios en posición para que los asistentes al programa pudiéramos contemplar la Luna y sus cráteres y también el planeta Júpiter... ¡Espectacular! Una hora y media después emprendimos el descenso del volcán pues ya hacía bastante frío...
Atravesando de nuevo la Saddle Road llegamos a Kona después de conducir durante 2 horas más y, como estábamos cansados, sólo tomamos algo de cena y nos fuimos al hotel a descansar de nuestro primer gran día en Big Island...
Nuestro segundo despertar en Big Island tuvo lugar a una hora un poco más prudente, pero aún así seguimos notando los efectos del jet lag... ¡Pero somos jet lag adictos, así que había que vivir con ello!
Para ese día habíamos planeado desplazarnos al sureste de la isla, a Hilo y a Puna para disfrutar de las playas y atractivos de la zona, y también visitar el Parque Nacional de los Volcanes... Sin embargo, aunque habíamos mantenido nuestro itinerario hasta el último momento, la erupción del 3 de mayo del volcán Kilauea, nos obligó a modificarlo, pues los accesos a Puna y al Parque Nacional de los Volcanes permanecían cerrados aún... Así que, como el día anterior nos habíamos quedado con ganas de subir a la cima del Mauna Kea, decidimos cambiar nuestro coche por un 4x4, emplear la mañana para conocer Hilo a fondo y la tarde para subir a lo más alto del volcán...
Sin más dilación, nos dirigimos a la oficina de alquiler de coches para realizar el upgrade a un vehículo 4x4 que nos permitiera acceder a la cima del Mauna Kea.
Al llegar así nos ofrecieron realizar el upgrade a un Jeep Wrangler por 80 $ más para todos los días de alquiler que restaban, así que accedimos.
Ya con nuestro 4x4, empezamos el día desayunando fuerte en uno de nuestros restaurantes americanos favoritos, que por suerte también encontramos allí, en medio del Pacífico...
Con el estómago lleno, atravesamos la isla nuevamente por la Saddle Road hasta llegar a Hilo. Tras poco más de hora y media de trayecto, llegamos a nuestra primera parada dentro de la ciudad más grande de Big Island, el Lili'uokalani Park and Gardens.
Nos sorprendió gratamente el lugar pues se trataba de un precioso jardín japonés ornamental con estanques, puentes, pagodas, estatuas y casitas de té japonés... El terreno fue donado por la reina Lili'uokalani y el parque, que se dice que es de los más grandes de este tipo fuera de Japón, fue construido como homenaje a la gran cantidad de nipones que ayudaron a cultivar la caña de azúcar en Hawái y que colaboraron con la prosperidad de la isla...
De ahí nos desplazamos a Coconut Island, una isla conectada a tierra firme a través de una pasarela, donde encontramos una gran zona recreativa cubierta de césped y varias playas de arena... ¡El lugar era precioso! Tras un pequeño baño, nos movimos a Richardson Ocean Park donde pudimos disfrutar de algo más de oleaje... Empleamos la mañana entre esta y otras playas de la zona, como Carlsmith Beach Park y Onekahakaha Beach Park haciendo esnórquel...
Tanto agua nos dio hambre, así que buscamos un local de bocadillos que nos gusta mucho e hicimos un break .
Después, cuando estuvimos completamente secos nos dirigimos nuevamente hacia el volcán Mauna Kea por la Saddle Road. En el trayecto hacia el centro de visitantes hicimos una parada para ponernos pantalones largos y sudadera porque preveíamos que en la cima íbamos a encontrar unas temperaturas bastante bajas... Como ya habíamos realizado una parada de aclimatación, nos dispusimos ascender a la cima; esta vez el ranger que controlaba el paso no nos lo impidió... ¡Aleluya! La carretera que continúa hacia la cima era una carretera de arena y sin pavimentar en los primeros metros y con piedras en los últimos, pero con el 4x4 no tuvimos ningún problema en la conducción. Tras unos 20 minutos, ¡llegamos a lo más alto de Big Island! Las vistas eran espectaculares, con un manto de nubes a nuestros pies... Continuamos por la carretera circular que rodeaba lo más alto del volcán para contemplar los enormes telescopios y radiotelescopios de la NASA y hacer fotos... Luego, aparcamos el coche y esperamos al atardecer... A medida que avanzaba la tarde, más y más coches llegaban a la cima para contemplarlo. Pero luego... ¡los 80 $ que nos había costado el 4x4 valieron la pena! Nunca habíamos visto un atardecer tan maravilloso... Las fotos que hicimos, aunque preciosas, no llegaron a plasmar lo precioso que era...
Ya de noche comenzamos el descenso del volcán. Tardamos bastante en llegar a la Saddle Road debido a la cantidad de coches que bajaba de la montaña... Y, por tanto, llegamos bien avanzada la noche a nuestro hotel en Kona pero llegamos supersatisfechos y maravillados con todo lo que habíamos disfrutado en nuestro segundo día completo en la Isla Grande de Hawái...
Ese día nos esperaba una experiencia inolvidable, pues la erupción del Kilauea nos iba a permitir disfrutar de uno de los fenómenos más increíbles e infrecuentes del mundo: ver lava cayendo al océano. Para ello, habíamos reservado un tour con una compañía que realizaba excursiones en barco partiendo desde el puerto de Hilo para ver lava cayendo al océano... Nuestro tour comenzaba a las 4 de la tarde, pero debíamos estar en el punto de encuentro a las 3:30... Como debíamos comer y cruzar nuevamente la isla de oeste a este, decidimos aprovechar la mañana en la piscina y playa del hotel.
Tras desayunar, nos plantamos el bañador y nos dispusimos a disfrutar del sol, la piscina y las aguas del Pacífico.
Luego, fuimos a comer a nuestro restaurante americano favorito y emprendimos el viaje en coche hasta el puerto de Hilo.
A la hora establecida nos encontramos con el guía de nuestro tour y, cuando hubieron llegado todos los participantes fuimos embarcando en la lancha turística: al fondo las personas mayores, luego las familias con niños y, finalmente, en las primeras filas los adultos sin niños (más tarde entendimos el porqué de esa distribución...).
A las 4 en punto, nos colocamos los chubasqueros que nos habían recomenzado llevar por si nos salpicaba el agua y levamos anclas... Debíamos rodear por el mar toda la costa de Puna hasta casi llegar al Parque Nacional de los Volcanes para llegar a la zona donde la lava se estaba vertiendo al océano, por lo que el trayecto duraría aproximadamente 1 hora... Al principio, el viaje se prometía divertido: íbamos bastante rápido y la brisa del mar azotaba nuestros rostros... Todo cambió al salir a mar abierto pues el océano estaba bastante picado y encima íbamos en contra de las olas... Nuestro capitán, lejos de aminorar la marcha siguió a la misma velocidad por lo que fuimos todo el trayecto literalmente saltando olas; seguramente él estaba acostumbrado, pero nosotros no... Los pasajeros situados al fondo de la barca no parecían estar sufriendo pues al estar los motores de la embarcación colocados en ese lado de la lancha ésta se mantenía sobre el agua, pero nuestro lado se levantaba más de metro y medio sobre el mar, perdiendo el contacto con él, y luego se introducía fuertemente en el agua... Y lejos de soportar alguna que otra salpicadura, como nos habían comentado al contratar el tour, las olas nos sobrepasaban empapándonos por completo... Pasamos bastante miedo hasta llegar al lugar donde apagamos motores, la verdad...
Eso sí, una vez que llegamos allí se nos pasaron los males, asistimos a un espectáculo sin igual, que pocos pueden llegar a ver en toda su vida... No podemos describírtelo... ¡INCREÍBLE! Si acaso, echa un vistazo a nuestras fotos para que te hagas una idea...
Pasamos alrededor de media hora fotografiando la lava, los vapores y el humo... Y también pudimos tocar el agua del mar en esa zona, pues nuestro capitán se hizo con un cubo que fue pasando a todos los pasajeros: ¡estaba a más de 40º!
Después, emprendimos el regreso hacia Hilo, un trayecto más llevadero al ir a favor del oleaje... A medio camino, a la altura de Leilani States, nos detuvimos unos segundos para comprender hasta qué punto había afectado la erupción del volcán: había muchas casas y espacios naturales quemados...
Al atardecer llegamos al puerto de Hilo pero aún sentíamos la adrenalina por las nubes...
Tras relajarnos un poco, nos montamos en el coche y emprendimos el regreso hacia Kona.
Paramos en el centro comercial próximo a nuestro hotel para coger algo de comer, ya que no quisimos detenernos mucho porque aún estábamos bastante mojados y empezábamos a sentir frío... Una vez en el hotel, nos duchamos y secamos, y disfrutamos del atardecer de Hawái en la terraza de la habitación. Nada más cenar, caímos en un sueño profundo y reparador...
Las horas de sueño de la noche anterior nos sentaron genial y nos despertamos con muchas ganas de seguir descubriendo Big Island...
Para ese día habíamos planeado desplazarnos al suroeste de la isla para descubrir las zonas de la costa al sur de Kona, Ka Lae y Punalu'u.
Tras el desayuno, cargamos en nuestro 4x4 nuestro equipo de esnórquel y nos dirigimos hacia el sur de la Isla Grande y a nuestra primera parada: el Puuhonua o Honaunau National Historical Park, uno de los lugares históricos y sagrados de Hawái y dónde uno puede entender cómo era la vida de los antiguos hawaianos...
Tardamos poco más de media hora en alcanzar el parque... Aparcamos nuestro vehículo justo antes de la entrada y accedimos a pie, pues cómo nosotros sólo éramos 2, nos salía más a cuenta entrar andando. Tras pagar la entrada (1 $ por persona) y recibir el mapa del recinto, nos dispusimos a realizar un tour autoguiado a pie para explorar los terrenos...
El recinto del Puuhonua o Honaunau National Historical Park estaba claramente dividido en dos zonas: los Royal Grounds y el Pu'uhonua. En la antigüedad, los Royal Grounds estaban reservados para el jefe (ali'i) y los miembros de la familia real que llegaban en canoa al lugar... Allí, pudimos ver las Royal Ponds, unas piscinas utilizadas para albergar peces para el jefe; una Konane Papamu, una superficie de piedra donde jugaban a las Konane, las damas hawaianas; la Keone'ele Cove, una ensenada protegida que utilizaba el ali'i cuando llegaba en canoa y donde pudimos ver algunas tortugas marinas descansando; la Gran Muralla y una Canoe Halau, que se utilizaba para almacenar canoas... Al Pu'uhonua llegaban huyendo los hawaianos que habían roto una kapu (una de las leyes antiguas) para evitar una muerte segura y ser perdonados por el sacerdote... Allí pudimos ver, entre otras estructuras el Hale o Keawe, el templo y el mausoleo real donde pudimos fotografiar los fabulosos ki'i...
Acabando el recorrido autoguiado, el calor comenzaba a apretar por lo que, nada más salir del parque, nos dispusimos a darnos un baño rodeados de peces de colores en la playa Two Step, a tiro de piedra del parque nacional... ¡Nos refrescamos y encima hicimos un esnórquel increíble!
A última hora de la mañana emprendimos el camino hacia Ka Lae, el punto más meridional de Big Island y de todo Estados Unidos.
Por el camino, paramos en un restaurante de comida para llevar y degustamos una riquísima pizza hawaiana...
A eso de las 5 de la tarde llegamos a Ka Lae (o South Point) escalando los caminos llenos de rocas con nuestro flamante 4x4. Nos paramos en varios miradores para contemplar los acantilados y el interminable océano Pacífico... y es que desde donde nos encontrábamos hasta la Antártida no había nada, excepto el profundo océano azul. Las corrientes y el viento eran notoriamente potentes allí, por lo que ver cómo las olas golpeaban las rocas era todo un espectáculo... ¡Sin duda nos pareció un lugar espectacular!
Desde allí, partían los caminos (por llamarlos de alguna forma) hacia la Green Sand Beach, una de las playas más especiales de Hawái por el color verde de su arena, pero no nos atrevimos a ir por el tamaño de las rocas del camino (el seguro del coche no se hacía responsable si sufrías un pinchazo por esa zona)... Así que dimos la vuelta y nos dirigimos hacia la última parada del día: Punalu'u Black Sand Beach.
Nos llevó algo más de media hora llegar a esa playa situada entre los pueblos de Pahala y Naalehu, pero cuando llegamos la arena negra azabache de la Punaluu Black Sand Beach nos pareció un espectáculo inolvidable: los cocoteros adornaban el borde superior de la arena y pudimos ver enormes honu (tortugas marinas verdes hawaianas) disfrutando en la playa... Estuvimos un buen rato haciéndonos fotos y también disfrutamos del atardecer.
Caída ya la noche, regresamos al hotel y salimos a cenar. Luego, paseamos por el paseo marítimo próximo a nuestro hotel y dimos por finalizado un gran día...
Aquel día iba a ser nuestro último día completo en la Isla Grande de Hawái y habíamos planeado desplazarnos al noreste para descubrir las playas de la costa al sur de Kohala, prácticamente la única zona de Big Island que aún no habíamos pisado.
Tras el desayuno, cargamos en nuestro 4x4 nuestro equipo de esnórquel y no dirigimos hacia el norte de la Isla Grande y a nuestra primera parada: Waikoloa Beach, otra de las mejores playas de Big Island para practicar esnórquel...
Tardamos algo más de media hora en llegar a Waikoloa Beach, situada próxima al hotel Hilton Waikoloa Village, pero en el trayecto divisamos lo que nos pareció un tubo de lava, así que decidimos parar a la vuelta para verlo más de cerca. Una vez en nuestro destino, aparcamos el coche en un gran estacionamiento y nos colocamos el equipo de esnórquel... La playa era preciosa, extensa, de arena blanca, con palmeras y árboles alrededor y la visibilidad era exquisita... ¡Vimos muchísimos peces! Prácticamente echamos allí la mañana...
Después de eso, habíamos planeado visitar Makalawena Beach, ya que habíamos leído que era una de las playas mejor consideradas de Big Island. Sin embargo, también habíamos visto que el trayecto a la playa se hacía bastante pesado debido a que el camino hasta allí era una carretera in asfaltar, así que decimos quedarnos en Kukio Beach una playa aneja a Makalawena Beach pero cuyo acceso se realizaba a través de un hotel. En menos de 20 minutos habíamos llegado al hotel y accedido a la playa...
Kukio Beach era igual de perfecta que las fotos que habíamos visto de Makalawena Beach y, además, prácticamente teníamos la playa para nosotros solos... ¡Genial!
De vuelta a Kona, realizamos la parada para visitar el tubo de lava que habíamos visto por la mañana. Aparcamos el coche en la cuneta y cruzamos... Al no poder haber conocido el Thurston Lava Tour localizado en el Parque Nacional de Los Volcanes debido la erupción, nos hizo mucha ilusión haberlo encontrado... Por lo menos no nos perdimos ese fenómeno de la naturaleza...
A media tarde llegamos a nuestro hotel en Kona. Compramos algo para hacer una merienda-cena en el centro comercial North Kona Shopping Centre y subimos a la habitación a darnos una ducha y rehacer las maletas, pues al día siguiente partiríamos hacia la isla de Oahu y la capital de Hawái, Honolulu.
Para terminar el día y despedirnos de Big Island: una isla espectacular, salvaje y llena de vida que nos había encantado, bajamos al paseo marítimo de Ali'i Dr. y nos tomarnos un mai-tai mientras veíamos la luna reflejada en el agua del mar...
¡Prometemos volver, Big Island! Mahalo and Aloha! A Hui Hou until we meet again!