Aprovechando unos días libres en el trabajo que teníamos en Enero del recién estrenado 2022 y la relajación de las medidas anti-COVID para viajar fuera de la península, decidimos hacer una escapada a las Islas Canarias que, para esas fechas, gozaban de mejor tiempo (aunque dudábamos de que fuese tan bueno como para disfrutar de la playa) a la vez que estaban ‘muy de moda’ debido a la reciente erupción del volcán de Cumbre Vieja… De entre las 8 islas que componen el archipiélago, nos inclinamos por visitar la isla de Lanzarote.
Después de realizar una búsqueda exhaustiva en internet para encontrar nuestro viaje ideal, nos decantamos por contratar todos los servicios por separado... Los vuelos de Ryanair y el hotel los reservamos a través de eDreams y el coche lo alquilamos a través de Auto Europe.
Puedes visitar la web de eDreams aquí y la de Auto Europe aquí.
Esto fue lo que contratamos:
Lanzarote en 5 días. Del 17 al 21 de Enero de 2022. Precio total (2 personas): 525,59 €.
o Madrid (MAD)-Lanzarote (ACE).
o Lanzarote (ACE)- Madrid (MAD).
o Económico. 17 de Enero al 21 de Enero.
o Todo riesgo sin franquicia con Extended Cover.
o Kilometraje ilimitado.
o Depósito lleno-lleno.
Día 0: Madrid-Lanzarote.
Días 1-3: Lanzarote.
Día 4: Lanzarote-Madrid.
Para nuestro viaje a Lanzarote, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
Adquirimos un bono de 6 atracciones en la propia web de CACT Lanzarote que permitía el acceso a la Cueva de los Verdes, al MIAC-Castillo de San José, al Jardín de Cactus, a los Jameos del Agua, al Mirador del Río y a las Montañas de Fuego.
Aquel día no había amanecido aun cuando llegamos al aeropuerto; con unas 2 horas de margen para la salida de nuestro vuelo… Tras pasar el control de seguridad, nos dirigimos a la puerta de embarque.
El vuelo directo de Ryanair con destino al aeropuerto internacional César Manrique de Lanzarote salía a la hora programada, por lo que 45 minutos antes, nos dieron permiso para embarcar...
Después de algo menos de 3 horas de vuelo llegamos a nuestro destino, alrededor de las 9 menos cuarto de la mañana. Tras salir del avión, nos dirigimos a la salida siguiendo las indicaciones de Rental Cars para ir en busca de nuestro coche de alquiler. Encontramos la agencia de alquiler nada más salir de la terminal...
Una vez que recibimos las llaves de nuestro coche, introdujimos en nuestro GPS la dirección de la primera atracción que íbamos a visitar en la isla, pues pretendíamos aprovechar el tiempo hasta que llegara la hora en la que pudiéramos registrarnos en el hotel que habíamos reservado para nuestra estancia en Lanzarote.
Para aquella mañana teníamos previsto un itinerario que recorría las atracciones más emblemáticas del noreste de Lanzarote, próximas a la zona turística de Costa Teguise, donde se encontraba nuestro hotel.
Tras poco más de media hora de camino en coche, atravesamos el Malpaís de la Corona, uno de los paisajes lunares de la isla, y, después, llegamos a la Cueva de los Verdes, una parte del tubo volcánico generado tras la erupción del Volcán de la Corona, aproximadamente 4000 años atrás, que era utilizada como refugio de la población frente a los piratas berberiscos del norte de África durante los siglos XVI y XVII… Aparcamos el coche en el parking destinado para ello y nos dirigimos a la entrada de la cueva. Presentamos nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote y esperamos unos minutos a formar un grupo de visita junto a otros turistas (debes de saber que la visita a la cueva se realiza con la ayuda de un guía). Ya formado nuestro grupo, accedimos al interior de la cueva…
A pesar de que el día se había presentado algo nublado y de que estábamos en Enero, nada más entrar en la cueva, notamos una temperatura muy agradable, en torno a los 18ºC, por lo que no teníamos ninguna sensación de frío… Después, con la ayuda de nuestro guía y a lo largo del kilómetro de galerías superpuestas que recorrimos, pudimos contemplar la gama de ocres, grises, negros y rojizos que reinaban en la oscuridad de la cueva, dibujando grotescos paisajes y espectaculares estructuras rocosas... ¡Nos pareció increíble!
Una hora después habíamos salido del tubo volcánico…
Montamos de nuevo en el coche y nos dirigimos a nuestra siguiente parada de la mañana: los Jameos del Agua, el primer Centro de Arte, Cultura y Turismo creado por César Manrique (pintor, escultor y artista español que compaginó su obra con la defensa de los valores medioambientales de Canarias) en el interior de un túnel volcánico…
De nuevo, aparcamos el coche en el parking destinado para ello, nos dirigimos a la entrada y presentamos nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote…
Al contrario que en la Cueva de los Verdes, la visita a los Jameos del Agua se realizaba por libre. Una vez dentro, vimos que el espacio estaba formado por tres jameos o aberturas: el
Jameo Chico, por donde se realizaba el acceso y que albergaba un restaurante; el
Jameo de la Cazuela, de acceso restringido y localizado tras un auditorio natural; y el
Jameo Grande, que albergaba una gran piscina rodeada de palmeras y cactus… ¡Era precioso! Además, el lugar contaba con una sección de tubo volcánico que presentaba una laguna cristalina, hogar de unas 77 especies endémicas de gran interés científico, entre las que destacaba la Munidopsis Polymorpha: el célebre Cangrejo Ciego…
Aunque uno no se cansaba de contemplar tan bello lugar, tras una hora, salimos y volvimos a montar en el coche. Esta vez, la carretera nos llevó en dirección sur y, en unos 15 minutos, alcanzamos nuestra siguiente parada: el Jardín de Cactus, la última gran obra de César Manrique en Lanzarote.
Tras aparcar el coche en el parking destinado para ello, caminamos hasta la entrada y volvimos a presentar nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote… Nada más entrar, nos encontramos con una fascinante creación que acogía alrededor de 4500 ejemplares de cactus de unas 500 especies procedentes de los cinco continentes… ¡Un auténtico escenario poético de formas, texturas y colores! Nos encantó porque, además, obtuvimos unas fotos preciosas…
Una vez dimos por finalizada la visita al Jardín de Cactus, montamos de nuevo en el coche y tomamos nuevamente dirección sur pero, como ya se acercaba la apertura del horario del check in del hotel, esta vez ya sí nos dirigimos al hotel que habíamos reservado para nuestra estancia en la isla.
Llegamos al hotel cerca de las 2 de la tarde. Hicimos el check in (para el que tuvimos que presentar nuestros certificados COVID), fuimos a la habitación a dejar las maletas y, después, a comer al restaurante tipo buffet del hotel, pues habíamos reservado nuestra estancia en régimen de todo incluido.
Después de haber saciado nuestro apetito y descansado un poco, iniciamos nuestro itinerario previsto para aquella tarde, el cual nos llevaría a visitar 2 de los mayores atractivos del suroeste de la isla (has de saber que la isla de Lanzarote no es demasiado grande, recorrer la isla de norte a sur lleva poco más de 1 hora; por lo que, agrupar atracciones al norte o al sur, no es tan crítico).
Nuestra primera parada para aquella tarde eran Los Hervideros, a los que llegamos tras unos 45 minutos.
Nos costó un poco encontrar aparcamiento pero en pocos minutos pudimos entender posiblemente el porqué: ¡en Los Hervideros se producía un verdadero espectáculo natural! Allí, las olas rompían con fuerza contra las rocas de origen volcánico que caracterizaban el paisaje, colándose el agua por las pequeñas cavidades de magma solidificado hasta alcanzar la superficie y salir expulsada como si de agua hirviendo se tratase... ¡Un espectáculo natural único! Lo puedes ver en el vídeo que te mostramos más abajo…
Estuvimos un buen rato paseando por los acantilados haciendo fotos. Después, regresamos al coche y pusimos rumbo al Charco de los Clicos, una Reserva Natural situada a apenas 3 Km de Los Hervideros.
Por el camino, hicimos una parada improvisada en la Playa de Montaña Bermeja, una espectacular playa de arena negra con maravillosas vistas a un volcán de color rojo intenso que nos hizo sentir como si estuviéramos en otro planeta… ¡Qué pena que el tiempo no invitara a darse un baño!
Una vez llegamos al
Charco de los Clicos y aparcamos, caminamos por un estrecho sendero hasta su mirador, en donde ¡nos quedamos con la boca abierta! Y es que encontramos un verdadero paisaje de contrastes... El cráter de un antiguo volcán se sumergía en el océano Atlántico creando el lago conocido como el Charco de los Clicos, de un intenso color verde (causado por las algas que se encuentran en su fondo), que contrastaba de una forma bellísima con la arena negra de la llamada playa de El Golfo, situada apenas a 100 metros del lago, y con el azul del cielo y del mar… Qué decir tiene que ver el atardecer allí fue una auténtica pasada…
Cuando creímos que ya no podíamos sacar mejores fotos, regresamos al hotel para darnos una ducha y cenar. Después de la cena, aprovechamos la barra libre de la que disponíamos para tomarnos un par de cócteles antes de irnos a dormir y dar por terminado nuestro primer día completo en el Hawái de Europa…
Para ese segundo día completo en La Isla de los Volcanes, confeccionamos un itinerario que pasaba por dedicar la mañana a conocer el Parque Nacional de Timanfaya (el único parque nacional de la red española de carácter eminentemente geológico y resultado de las erupciones volcánicas sucedidas en la zona entre 1720 y 1736), visitando las Montañas de Fuego; y la tarde, a visitar algunos atractivos cercanos a Costa Teguise, pues queríamos disfrutar también de las instalaciones acuáticas de nuestro hotel…
Comenzamos el día con el desayuno tipo buffet que se servía en la cafetería del hotel.
Con el estómago lleno, nos dirigimos a la recepción para hacer una reserva para disfrutar una hora completa del jacuzzi exterior del hotel de forma privada… Recibimos la reserva para las 6 de la tarde…
Con la reserva ya hecha, fuimos caminando al parking del hotel en busca de nuestro coche. Desde allí, ya motorizados, pusimos rumbo a las Montañas de Fuego…
Habíamos leído que las Montañas de Fuego ocupaban una extensión de unos 200 kilómetros, formando parte del Parque Nacional de Timanfaya, y que, demás, allí podía contemplarse una de las mayores actividades de vulcanismo del mundo, tanto por la inmensa cantidad de materiales arrojados por el fuego, como por su espectacular duración: seis años entre 1730 y 1736, en los que las entrañas de la isla no dejaron de rugir… ¡El día prometía!
En poco más de media hora llegamos a la entrada del parque que daba acceso a las Montañas de Fuego y, la escultura del
Diablo de Timanfaya, el carismático símbolo del Parque Nacional, nos dio la bienvenida... Desde nuestro vehículo, presentamos nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote y accedimos…
Al final de una carretera que discurría entre rocas y malpaís, llegamos a un parking. Dejamos aparcado el coche y nos pusimos a la cola para poder realizar la Ruta de los Volcanes, un recorrido (ideado por César Manrique) de unos 14 kilómetros a lo largo del núcleo principal de las erupciones.
En pocos minutos ya estábamos montados en la guagua que nos llevaría a realizar la ruta… El recorrido, guiado a través de la megafonía del autobús, nos pareció espectacular, pues vimos una gran concentración de cuevas, cráteres, mantos de lava e impresionantes malpaíses mientras atravesábamos las paredes volcánicas de ese conmovedor paisaje lunar…
Al finalizar la ruta, bajamos del autobús y nos acercamos al Restaurante El Diablo, situado en el Islote de Hilario, para aprender cómo cocinaba sus carnes y verduras a la parrilla gracias a la temperatura de la propia tierra y su famoso horno… ¡Auténtica cocina al calor del volcán!
Por último, contemplamos las increíbles demostraciones termodinámicas ofrecidas por el personal del parque…
Ya de vuelta en la carretera, decidimos seguir disfrutando del paisaje volcánico de la isla antes de regresar al hotel a comer y, por eso, nos acercamos a las inmediaciones de La Geria…
A tan sólo 10 Km del Parque Nacional de Timanfaya, en el valle de La Geria, encontramos una inmensa extensión de ceniza volcánica para la que la población había ideado un ingenioso sistema de cultivo basado en hoyos (o gerias) para el cultivo de la vid (lo que hoy en día permite una profusa producción vinícola en la zona)… ¡El conjunto paisajístico era alucinante!
De allí, nos desplazamos al municipio de San Bartolomé, donde se encontraba otra de las obras de César Manrique, la Casa-Museo del Campesino. No entramos al museo pero sí que fotografiamos otra de sus esculturas, el Monumento al Campesino o a la Fecundidad, una construcción de más de 15 metros, construida a partir de antiguos tanques de agua de barcos, objetos de hierro y hormigón ensamblados, que se había convertido en uno de los símbolos iconográficos de la isla.
La carretera nos dejó de vuelta en el hotel a eso de las 2 y media de la tarde por lo que fuimos directamente a comer… Ese día disfrutamos de una auténtica comida canaria formada por Viejas guisadas con papas arrugadas…
Después de un poco de sobremesa, montamos de nuevo en el coche para visitar algunos atractivos cercanos a nuestro hotel antes de disfrutar de nuestra reserva del jacuzzi. Nuestra primera parada nos llevó al pequeño pueblo de Nazaret, un pueblecito de interior lleno de casitas blancas… Allí, pretendíamos visitar el Museo LagOmar, la extraña villa diseñada por César Manrique y casa del actor egipcio Omar Sharif (aunque dicen que la perdió en una apuesta durante una partida de cartas).
Pagamos la entrada (6 €/adulto) y entramos… Encontramos una casa-cueva encajada en una cantera de piedra volcánica y construida con escaleras zigzagueantes y una estructura fuera de lo común, con un lago, jardines exóticos y túneles. Nos pareció un lugar muy bonito y curioso…
Tras la visita al Museo LagOmar, nos dirigimos en coche a la capital de la isla, Arrecife, pues queríamos contemplar una de las imágenes más icónicas de Lanzarote: la del barco encallado de Telamon… Y allí lo encontramos: a la altura de Las Caletas, frente a los depósitos de combustible de la compañía DISA y entre el puerto de Los Mármoles y la refinería de Endesa, en una pequeña playa entre Arrecife y Costa Teguise…
Vistos esos atractivos, regresamos al hotel para disfrutar de su jacuzzi exterior… Fue una gozada estar a remojo y calentitos en el exterior en pleno Enero; eso sí, la salida del agua no fue tan placentera pues había un buen paseo hasta nuestra habitación…
Tras una ducha caliente, bajamos a cenar al restaurante tipo buffet del hotel y, como la noche anterior, también aprovechamos la barra libre de la que disponíamos para tomarnos un par de cócteles antes de irnos a dormir y dar por terminado nuestro segunda día completo en Lanzarote…
Para ese tercer día completo en La Isla de los Volcanes, confeccionamos un itinerario que pasaba por recorrer la isla de punta a punta pues habíamos planeado: ir al norte, donde se encontraban dos de los miradores más emblemáticos de la isla y, luego, ir al sur, a conocer las Playas del Papagayo (pertenecientes al Monumento Natural de los Ajaches) así como el municipio de Puerto del Carmen.
Comenzamos el día con el desayuno tipo buffet que se servía en la cafetería del hotel.
Con el estómago lleno, nos dirigimos caminando al parking del hotel en busca de nuestro coche. Desde allí, ya motorizados, pusimos rumbo al Mirador del Río…
Tardamos una media hora en alcanzar la entrada al mirador, custodiada por una escultura de Manrique que representaba un ave y un pez (metáfora del agua y el aire, los elementos de mayor presencia en el entorno).
Aparcamos el coche y nos dirigimos a la entrada no sin dificultad, pues las rachas de aire eran bastante importantes allí en el norte de la isla. Presentamos nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote por 5ª vez y entramos.
Tras atravesar la sugerente entrada, nos encontramos con dos impresionantes ventanales de forma abovedada: los ojos del Mirador, a través de los cuales Manrique concebía una extraordinaria vista panorámica… Luego, salimos al balcón exterior del mirador, situado a 500 metros sobre un acantilado, donde pudimos apreciar las faldas del Risco de Famara y El Río, la estrecha franja de mar que daba nombre al Mirador y que separaba Lanzarote de La Graciosa, la octava isla canaria. Detrás, pudimos ver La Graciosa y más allá, Montaña Clara, el Roque del Oeste y Alegranza, que junto al Roque del Este, forman el Archipiélago Chinijo… Qué decir… A pesar del viento, las vistas eran espectaculares…
Luego de disfrutar de las vistas del Mirador del Río, nos dirigimos a otro de los miradores con mejores vistas de todo Lanzarote: el Mirador de Haría, al que llegamos tras poco más de 20 minutos. Allí, pudimos disfrutar gratuitamente de unas vistas espectaculares del municipio de Haría, del que dicen tiene forma de bruja, y de todo su valle…
A media mañana, después de haber disfrutado de dos de los mejores miradores de todo Lanzarote, tomamos rumbo al sur de la isla hacia el Monumento Natural de los Ajaches para conocer las Playas del Papagayo.
Para acceder al Monumento Natural de los Ajaches tuvimos que abonar una entrada (3 €/vehículo) y conducir unos 6 Km por una pista de tierra con bastantes baches hasta que llegamos al aparcamiento de las playas, pero mereció la pena… Sólo tienes que ver las fotos… No nos extrañó que estuviesen consideradas como las mejores playas de Lanzarote… ¡Qué rabia que el tiempo no invitara al baño!
Tras la visita a las playas del Monumento Natural de los Ajaches, regresamos al hotel para reponer fuerzas.
Luego, a media tarde, tras la sobremesa, condujimos hasta el municipio de Puerto del Carmen, uno de los principales centros turísticos de la isla.
Una vez allí y ya aparcado el coche, nos dirigimos a la zona más popular de Puerto del Carmen: su interminable paseo marítimo, una extensa avenida que acompañaba al océano y que ofrecía un sinfín de restaurantes y tiendas a los visitantes, además de unas vistas espectaculares de sus playas… Pasamos la tarde paseando y aprovechamos para comprar algún que otro souvenir y para disfrutar del atardecer sentados en la arena de la playa…
Cuando cayó la noche, regresamos al hotel para cenar y dimos por terminado nuestro día sentados en una terraza disfrutando de unos cócteles.
Para ese día teníamos prevista una excursión de medio día de duración para visitar la octava isla del archipiélago canario, La Graciosa, probablemente la isla canaria más desconocida y uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas.
Llegar a La Graciosa desde Lanzarote es bastante sencillo: los ferris a La Graciosa salen del Puerto de Órzola, en el norte de Lanzarote, cada 30 minutos aproximadamente, y el trayecto hasta allí dura poco menos de media hora.
Después de haber desayunado en la cafetería del hotel y reservado otra hora en el jacuzzi para por la tarde, nos pusimos en marcha.
Llegar al Puerto de Órzola nos llevó poco más de media hora. Buscamos uno de los parking que las compañías de ferris reservaban para los clientes y dejamos allí nuestro coche. Luego, nos dirigimos andando al puerto y compramos los boletos para el primer ferry que salía hacia La Graciosa (28 € ida y vuelta/adulto).
En pocos minutos fuimos llamados a embarcar a bordo del ferry que nos llevaría a La Graciosa y partimos… Como hacía bastante viento, hicimos el trayecto sentados en el interior del barco.
Llegamos a
Caleta de Sebo, el municipio más poblado de la isla, unos 30 minutos después y, si no hubiera sido por las fuertes ráfagas de viento que soplaban aquel día que traían arena a nuestros rostros, hubiéramos disfrutado como enanos y recorrido aquel paraíso… No obstante, el tiempo parecía haberse detenido en aquel pueblo: nada de carreteras, asfalto o contaminación, tan sólo casitas blancas, calles de arena (que sólo podían recorrerse caminando o en bicicleta), y playas vírgenes de arena dorada… ¡Nos llamó mucho la atención! ¡Una maravilla!
A eso de la 1 del mediodía, después de haber caminado por las calles y playas próximas a Caleta de Sebo, como la Playa del Salado, y haber hecho fotos chulísimas, decidimos tomar el ferry de regreso al Puerto de Órzola pues había comenzado a chispear… El trayecto de regreso fue algo más movido pues el cambio de tiempo también había afectado al mar… Sin embargo, llegamos sanos y salvos al puerto y pudimos llegar a tiempo para la comida a nuestro hotel.
El tiempo en Costa Tequise no tenía nada que ver con el que encontramos al norte de la isla de Lanzarote: en Costa Teguise hacía sol y soplaba únicamente una brisilla. Así que, después de comer, aprovechamos para tumbarnos en las hamacas dispuestas alrededor de la piscina y tomar el sol hasta que llegó la hora a la que habíamos reservado el jacuzzi.
De nuevo, fue una gozada estar a remojo y calentitos en el exterior en pleno Enero; la salida no lo fue tanto…
Tras una ducha caliente, bajamos a cenar al restaurante tipo buffet del hotel y, como ya era costumbre, tomamos un par de cócteles antes de irnos a dormir y dar por terminado nuestro último día completo en Lanzarote…
Nuestro vuelo de regreso a Madrid partía por la tarde del aeropuerto internacional César Manrique de Lanzarote. Por lo tanto, teníamos aún unas horas para disfrutar de La Isla de los Volcanes.
Para ese día, habíamos planeado visitar algunos de los mejores atractivos de la capital de la isla, Arrecife, que se encontraba próxima al aeropuerto.
Después de haber desayunado en la cafetería del hotel, recogimos nuestras cosas e hicimos el check out. Tras eso, nos dirigimos caminando al parking del hotel en busca de nuestro coche. Ya motorizados, pusimos rumbo al Castillo de San José, sede del Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC)…
No habían pasado ni 10 minutos cuando divisamos la silueta del castillo, también conocida como La Fortaleza del Hambre…
Aparcamos el coche en el espacio reservado para ello y, antes de entrar, fotografiamos la majestuosa entrada al castillo, donde tomaban protagonismo el foso, el puente levadizo y las llamativas esculturas forjadas en hierro, bronce o acero, de artistas nacionales e internacionales… Luego, presentamos nuestro bono de 6 atracciones de Lanzarote por última vez y entramos… Aunque nosotros no somos ni expertos ni grandes amantes del arte contemporáneo, encontramos piezas interesantes de pintores y escultores internacionales, como Tápies, y de artistas canarios, como César Manrique… Nos gustó mucho la terraza superior del castillo, desde donde pudimos admirar el puerto e imaginar las noches de vigilia de quienes hacían guardia en las garitas…
Finaliza la visita al Castillo de San José, pusimos rumbo al casco antiguo de Arrecife. El trayecto en coche hasta allí nos supuso menos de 5 minutos.
Aparcamos el coche en el parking público localizado a la entrada del casco antiguo y desde allí fuimos visitando a pie el resto de atractivos de la zona.
Nuestra primera parada fue el Charco de San Ginés que, como su propio nombre indica, era un charco de agua marina que se introducía en la ciudad conformando una extraordinaria y bella laguna natural rodeada de casitas de pescadores de color blanco… ¡Sacamos unas botos chulísimas!
Rodeando el charco por su lado izquierdo por el paseo marítimo llegamos al Puente de las Bolas, una de las postales más turísticas de Arrecife, y cuya estructura arquitectónica daba acceso al Castillo de San Gabriel, sede del Museo de Historia de Arrecife. Atravesamos el puente y llegamos a esa otra fortaleza de Arrecife, donde obtuvimos también bonitas fotos.
Como somos unos enamorados de los miradores, después de ver las atracciones más destacadas del caso antiguo de Arrecife, desandamos el camino hasta el parking y nos dirigimos en coche al Mirador de Acercamiento…
Después de 15 minutos de trayecto descubrimos que, aunque el nombre de este mirador podía resultar a priori algo peculiar, el nombre le venía al pelo, y es que ese mirador ¡permitía ver muy de cerca las llegadas de todos los aviones que aterrizaban en la isla de Lanzarote! Si nunca has visto de cerca el descenso de un avión, este es un plan muy recomendado…
Poco más nos dio tiempo a hacer antes de salir hacia Madrid y dar por terminada esa primera escapada de 2022; tan sólo hacer una parada para comer antes de regresar al aeropuerto y devolver el coche… Habían sido unos días geniales en los que habíamos visto muchas cosas y que nos habían permitido volver a soñar con un año normal, en lo que a viajes se refiere… Pero, no obstante, tocaba despedirse de Lanzarote hasta un próximo encuentro...