Entre finales de Junio y principios de Julio de 2023 recibimos dos noticias y, como suele ser común, una de ellas era buena y la otra, mala… Empezando por la mala, recibimos la desagradable noticia de la denegación de la ESTA para viajar a Estados Unidos y, también, la imposibilidad de obtener un visado de turismo a tiempo para nuestro viaje soñado a Alaska… Y, continuando con la buena: recibimos la ansiada noticia de que ¡esperábamos un bebé para los primeros meses de 2024! Ambas noticias supusieron un cambio radical en nuestros planes de viaje para aquel verano de 2023: nos vimos obligados a cancelar el viaje inicial planeado para La Última Frontera y buscar un destino más próximo… Para no alejarnos mucho de lo que habíamos buscado cuando reservamos el viaje a Alaska, buscamos un destino que tuviera buenas dosis de naturaleza pero que pudiéramos disfrutar sin realizar grandes caminatas… Nos decantamos, finalmente, por un destino no demasiado lejano y que teníamos muchas ganas de conocer; y ese destino fue: Islandia, La Tierra del Fuego y el Hielo.
Después de realizar una búsqueda exhaustiva en internet para encontrar nuestro viaje ideal, nos decantamos por contratar todos los servicios por separado. Los vuelos y los hoteles los contratamos a través de eDreams y el coche de alquiler lo reservamos a través de nuestra agencia de alquiler de coches de referencia, Auto Europe.
Puedes visitar la web de eDreams aquí y la de Auto Europe aquí.
Esto fue lo que contratamos:
Islandia en una semana. Del 7 al 13 de Septiembre de 2023. Precio total (2 personas): 2094,81 €.
o Madrid (MAD) - Reykjavik (KEF).
o Reykjavik (KEF). - Madrid (MAD).
o 1 Maleta facturada/persona incluida en los dos trayectos.
o Mini. 7 al 13 de Septiembre.
o Todo riesgo sin franquicia con Extended Cover.
o Kilometraje ilimitado.
o Depósito lleno-lleno.
Contratamos el seguro de viaje Totaltravel mini de Intermundial que nos ofrecía protección completa para nuestro viaje.
Puedes visitar la web de InterMundial aquí.
Día 0: Madrid-Reykjavik.
Días 1-3: Reykjavik, Suroeste de Islandia y Círculo Dorado.
Día 4: Ísafjörður.
Día 5: Akureyri.
Día 6: Akureyri-Madrid.
Para nuestro viaje a La Tierra del Fuego y el Hielo, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
No tuvimos que volver a solicitar la tarjeta sanitaria europea ya que, como la habíamos solicitado meses atrás, todavía permanecía en vigor.
La noche acababa de caer sobre Madrid cuando llegamos al aeropuerto; con unas 2 horas de margen para la salida de nuestro vuelo… Tras pasar el control de seguridad, nos dirigimos a la puerta de embarque.
El vuelo directo de Iberia con destino al Aeropuerto Internacional de Keflavík salía a la hora programada, por lo que 45 minutos antes, nos dieron permiso para embarcar...
Después de algo menos de 3 horas de vuelo, cuando ya sobrevolamos Islandia, el viaje nos regaló una experiencia única: el disfrute de una aurora boreal a través de la ventana del avión… ¡Simplemente magia! Era la tercera vez que veíamos una aurora boreal pero volvimos a emocionarnos… Y no era para menos, ¿verdad?
Alrededor de la 1:15 de la madrugada (hora local) del día siguiente a nuestra partida llegamos a nuestro destino. Tras salir del avión, nos dirigimos a la salida siguiendo las indicaciones para ir en busca de la agencia de alquiler de coches que nos proveería del coche con el que íbamos a recorrer el país insular. Encontramos la agencia a unos 5 minutos andando de la terminal...
Una vez que recibimos las llaves de nuestro coche, introdujimos en nuestro GPS la dirección del hotel que habíamos reservado en las inmediaciones de Reykjavik.
Condujimos bajo una lluvia intensa que, sin embargo, no impidió que en unos 40 minutos hubiéramos llegado al hotel. Aparcamos el coche en el aparcamiento gratuito provisto para los huéspedes y nos dispusimos a seguir las instrucciones que habíamos recibido en nuestro correo electrónico por parte del hotel para hacer el check in: tuvimos que marcar un código en el display situado en la puerta del establecimiento y después otro en el key box situado en la puerta de nuestra habitación para obtener la llave. A pesar de que el hotel no disponía de recepción 24 horas (lo que nos causaba algo de incertidumbre), no tuvimos ningún problema.
El día no daba para más, así que nos fuimos a dormir para empezar con fuerzas nuestro recorrido por Islandia al día siguiente…
El Círculo Dorado es una de las rutas más memorables de Islandia. La ruta recorre unos 300 Km en forma circular e incluye tres grandes atractivos, que son auténticas maravillas: el Parque Nacional de Þingvellir, donde se encuentran las placas tectónicas norteamericana y euroasiática; Geysir, donde el agua estalla más de cien veces al día; y la estruendosa e increíblemente caudalosa cascada de Gullfoss… Así que, teniendo en cuenta los días que íbamos a pasar en Islandia, no podía no aparecer en nuestros itinerarios…
Para ese primer día completo en La Tierra del Fuego y el Hielo, confeccionamos un itinerario que pasaba por visitar los grandes atractivos del Círculo Dorado.
Como la habitación de nuestro hotel disponía de cocina y los vuelos que habíamos reservado incluían equipaje facturado, habíamos traído comida de casa, siendo previsores para los largos trayectos que pensábamos hacer en coche. Así que, aquel día no madrugamos en exceso y comenzamos el día desayunando algunas de las cosas que habíamos metido en las maletas. También, preparamos algunos bocadillos que llevar para el almuerzo.
Con el estómago lleno, cargamos el coche y, ya motorizados, tomamos la ruta del Círculo Dorado en sentido antihorario, rumbo a la fascinante cascada de Gullfoss…
La lluvia nos acompañó prácticamente durante todo el trayecto hasta Gullfoss pero aun así disfrutamos mucho del paisaje: repleto de cráteres, volcanes y también de extensos y verdes valles… ¡Islandia impresionaba!
Tras algo más de una hora y media de viaje, llegamos a Gullfoss. Aparcamos el coche en una gran zona de aparcamiento y recorrimos un pequeño paseo hasta la cascada. El ruido del agua ya nos hacía presagiar que encontraríamos una gran cascada, pero nuestros presagios se quedaron cortos… Gullfoss era impresionante: miles de litros de agua se precipitaban 32 metros antes de seguir su recorrido por una angosta sima… ¡Era espectacular!
Pasamos un buen rato haciendo fotos desde las plataformas de observación habilitadas, a las que no dejaban de llegar más y más turistas y, también, miles de gotas de agua arrastradas por el viento…
Antes de volver al coche y continuar con la ruta, pasamos por el Centro de Información Turística ya que el embarazo no nos dejaba mucho tiempo sin tener que hacer uso del aseo… También aprovechamos que el centro contaba con una cafetería y una gran tienda de recuerdos para secarnos un poco y comprar algún que otro souvenir.
Después, emprendimos rumbo a Geysir, una de las zonas geotérmicas más activas de toda Islandia. El trayecto hasta la zona geotermal de Geysir nos llevó poco más de 10 minutos. Aparcamos el coche en el aparcamiento gratuito disponible y nos dispusimos a recorrer la zona.
Siguiendo los senderos bien señalizados, nos topamos con fuentes termales, pozas de barro y coloridos minerales, y disfrutamos de la grandiosidad de la naturaleza observando los chorros de vapor y agua a 90 ºC que emanaba el géiser Strokkur hasta casi los 30 metros de altura cada 5 o 10 minutos… ¡Qué pasada!
Cuando regresamos al coche, aprovechamos para comer algo.
Repuestas las fuerzas, continuamos con nuestra ruta por el Círculo Dorado. El trayecto hasta nuestra siguiente parada, el Parque Nacional de Þingvellir, nos llevó algo más de media hora pero, de nuevo, disfrutamos como enanos con el paisaje: vimos alguna que otra catarata e incluso un lago enorme…
Aparcamos el coche y nos dirigimos a las máquinas automáticas para realizar el pago del parking (500 ISK). Tras eso, ya estábamos en disposición de recorrer los puntos más destacados del Parque Nacional de Þingvellir.
Lo primero que hicimos fue tomar el sendero para recorrer, como lo hizo Arya en una de nuestras series favoritas, ‘Juego de Tronos’, la espectacular grieta Almannagjá, fruto del desencuentro de las placas tectónicas norteamericana y europea… El cañón nos pareció una pasada. Era imposible no fascinarse con las enormes paredes naturales que parecían encerrarnos y marcarnos el camino a seguir…
Luego, cerca de la falla y ante una pasarela de madera, encontramos la Lögberg o “roca de la ley” señalizada con una gran bandera islandesa, donde los vikingos establecieron el primer parlamento democrático del mundo, AlÞingi, en el año 930 d.C.
Tomando otro sendero, llegamos a la piscina Drekkingarhylur que, si bien era muy bella, tenía un pasado algo macabro pues allí los vikingos ahogaban a las mujeres acusadas de delitos graves… Y, un poco más adelante, encontramos la cascada Öxarárfoss, que pese a no destacar por su altura o anchura, era toda una preciosidad por su ubicación y por el contraste de su cristalino salto de agua con las numerosas rocas negras de su base…
Tras hacer otro alto en los aseos, regresamos al coche y pusimos rumbo al hotel.
Llegamos al hotel a eso de las 6 de la tarde, tras unos 40 minutos de viaje desde Þingvellir; por lo que aprovechamos para descansar un poco y darnos una ducha. El agua de la ducha estaba muy muy calentita pero tenía un cierto olor azufrado. Seguro que te preguntarás porqué… Pues bien, es debido a que el agua en Islandia se calienta mediante energía geotérmica…
Después de la ducha, el hambre volvió a apoderarse de nosotros por lo que salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel en busca de algo con lo que saciarnos. Si bien la localidad en la que habíamos reservado el hotel, Kópavogur, no era muy grande, pudimos encargar unas pizzas para llevarnos al hotel en una pizzería de una conocida cadena.
Tras la cena, el sueño empezó a acecharnos, así que no quedó otra cosa que hacer que irnos a dormir…
Para ese segundo día completo en La Tierra del Fuego y el Hielo, confeccionamos un itinerario que pasaba por dedicar el día a recorrer el Suroeste de Islandia, desde nuestro hotel en las inmediaciones de Reykjavik hasta las proximidades de Vík.
Nuestro segundo día en Islandia comenzó de nuevo desayunando algunas de las cosas que habíamos metido en las maletas. También, preparamos algunos bocadillos que llevar para el almuerzo, como el día anterior.
Con el estómago lleno, cargamos el coche y, ya motorizados, tomamos la carretera de circunvalación, también llamada carretera 1 o “Ring Road” en dirección al suroeste de la isla…
De camino a la primera parada del itinerario para ese día, encontramos adustas laderas volcánicas moteadas por fumarolas, valles llenos de cascadas y algún que otro río proveniente de glaciares… ¡Un paisaje espectacular!
No habían transcurrido dos horas de viaje cuando llegamos a la primera parada que habíamos previsto: la cascada Seljalandsfoss…
El estruendo de la reluciente cascada de 60 metros de altura que se desplomaba por los riscos inferiores del volcán de nombre impronunciable, Eyjafjallajökull (el que provocó aquel caos aéreo con su erupción allá por 2010), se oía ya desde el aparcamiento donde dejamos el coche.
La zona de aparcamiento contaba con buenos servicios: aseos, un puesto que servía chocolate caliente y bocadillos y una pequeña tienda de souvenirs. Pagamos la cuota necesaria para dejar el coche en el aparcamiento y nos acercamos andando hasta la cascada.
¡Seljalandsfoss era increíble! No nos extrañó que estuviera considera como una de las cascadas más impresionantes del país… Pasamos un buen rato haciendo fotos y, tras eso, decidimos no perder la oportunidad de pasar andando por detrás de su cortina de agua aunque estuviera claro que fuéramos a mojarnos…
Gracias a los asientos calefactables de nuestro coche de alquiler, nos costó algo menos tiempo volver a estar secos para, así, continuar descubriendo el Suroeste de Islandia.
Media hora más tarde habíamos llegado a la siguiente parada de nuestro itinerario: la cascada Skógafoss.
Nuevamente, el aparcamiento habilitado para visitar la cascada contaba con buenos servicios e incluso con una zona de merenderos.
Justo cuando íbamos a apearnos del coche y acercarnos a la cascada, una nube comenzó a descargar agua con fuerza sobre nosotros, por lo que decidimos quedarnos dentro del vehículo y aprovechar para comer.
Después de un rato, el viento desplazó la nube en otra dirección y pudimos bajar del vehículo y acercarnos a la cascada.
La cascada de Skógafoss, una de las localizaciones más reconocibles de la serie ‘Vikingos’, podía admirarse tanto desde abajo, donde la cortina de agua formaba un espectacular arcoíris, como desde su parte más alta, desde un balcón metálico. Eso sí, para llegar hasta el balcón, había que subir más de 400 empinados escalones, lo que, en nuestro estado, quedó descartado… Y es que, ya sólo desde abajo, Skógafoss era impresionante y, no sólo por sus 62 metros de altura y sus 30 metros de anchura, sino por todo el paraje que la rodeaba: unas laderas de color verde esmeralda a sus lados que contrastaban con el lecho de piedras negras sobre el que caía el agua…
Cuando nos hubimos cansado de tomar fotografías, hicimos un alto en los aseos y regresamos al coche para continuar con nuestra ruta.
Tras algo más de media hora de trayecto, llegamos al aparcamiento de Reynisfjara Beach…
Un viento potente nos recibió nada más bajar del coche pero lo que nuestros ojos pudieron ver bien merecía la pena… No era de extrañar que Reynisfjara Beach hubiera sido calificada como una de las playas no tropicales más bellas de mundo y que hubiera sido escenario de series y películas como ‘Juego de Tronos’ o ‘Rogue One: una historia de Star Wars’, pues nos encontramos con una playa de arena negra a la que llegaban unas impresionantes olas y que quedaba resguardada por un conjunto de columnas basálticas que parecían el órgano de una iglesia; además, un conjunto de farallones emergían del océano como torres de ébano… ¡Era sencillamente espectacular!
Pasamos un buen rato haciendo fotos y teniendo cuidado de que las olas no nos mojasen, pues el agua tenía pinta de estar helada…
Después, regresamos al coche y viendo los kilómetros que nos separaban del hotel, decidimos emprender el camino de vuelta. Eso sí, a pocos metros de Reynisfjara Beach nos vimos obligados a hacer un alto en el camino pues nos quedamos encandilados de la preciosa iglesia Reyniskirkja… Juzga por ti mism@…
Llegamos a las inmediaciones del hotel ya de noche, tras algo más de 2 horas y media de viaje. Compramos unos bocadillos para llevar en un restaurante de una conocida cadena que se encontraba justo al lado del aparcamiento del hotel y nos fuimos a la habitación a cenar…
Tras la cena, el sueño empezó a acecharnos, así que no quedó otra cosa que hacer que irnos a dormir…
Habíamos reservado ese día para visitar uno de los baños termales próximo a la capital pero nuestra ginecóloga nos lo desaconsejó así que tuvimos que cambiar un poco los planes iniciales y conformarnos con recorrer los mejores atractivos de la capital de Islandia.
El día amaneció bastante lluvioso aquel día así que, como no queríamos mojarnos y disponíamos de bastante tiempo para recorrer Reykjavik, decidimos quedarnos unas horas más en la habitación del hotel y, así, desayunar tranquilamente, darnos una ducha y rehacer las maletas (pues al día siguiente dejaríamos el hotel de las inmediaciones de la capital para desplazarnos a uno de Akureyri, en el norte de Islandia).
A media mañana dejamos el hotel y montamos en el coche para empezar con el itinerario previsto para ese día.
Nuestra primera parada se encontraba junto al lago Tjörnin, el Casco Viejo de Reykjavik. Aparcamos en una de las calles aledañas (de pago) y continuamos a pie…
El Casco Viejo de la capital de Islandia tenía mucho encanto: enfrente de un lago precioso (con multitud de patos y demás aves) y repleto de edificios históricos.
Tomando una de las calles en dirección al mar, llegamos al Puerto Viejo, donde vimos un montón de barcos pesqueros y barcos turísticos que realizaban excursiones y, a un lado, encontramos el magnífico auditorio Harpa.
Luego, continuamos paseando por el paseo marítimo hasta toparnos con el monumento El Viajero del Sol, una elegante escultura de acero que recordaba a un barco vikingo, como queriendo honrar la historia de Islandia y su tradición marinera… El paisaje en ese punto era espectacular, con el Océano Atlántico y las montañas de fondo…
Puesto que se acercaba la hora máxima por la que habíamos pagado el aparcamiento, regresamos al coche y buscamos un lugar para comer.
Después de haber comido, nos pusimos de nuevo en marcha.
Nuestra siguiente parada era la iglesia Hallgrimskirkja. No nos costó llegar hasta ella pues esa iglesia luterana de hormigón blanco dominaba la silueta de la ciudad…
La fachada de la iglesia nos pareció muy original…
Recorriendo la plaza de la iglesia, encontramos la estatua del vikingo Leifur Eiríksson, el primer europeo que descubrió América…
Vistos algunos de los mejores atractivos de la capital de La Tierra del Fuego y el Hielo, fuimos a una gasolinera a llenar el tanque de nuestro vehículo y regresamos al hotel a descansar pues al día siguiente nos esperaban bastantes horas al volante…
Pese a que sólo el 10% de los turistas que visitan Islandia visita la región de los Fiordos del Oeste, no pudimos no incluirlos en nuestro viaje, aunque sólo fuera por unas horas…
Aquel día nos levantamos antes de que amaneciese pues el trayecto hasta los Fiordos del Oeste iba a llevarnos prácticamente unas 6 horas.
A media mañana nos encontramos con un paisaje diferente de Islandia a lo que ya habíamos visto: nos topamos con un terreno plagado de fiordos y sin volcanes, falto de llanuras y con lenguas de mar omnipresentes y, además, totalmente ajeno al trajín de visitantes que habíamos encontrado por la carretera de circunvalación… ¡Habíamos llegado a la región de los Fiordos del Oeste!
A pesar de su aislamiento, Ísafjörður, la capital de los Fiordos del Oeste, a la que llegamos casi a la hora de comer, tenía características de ‘ciudad’… El centro estaba formado por viejos pero coloridos edificios de madera con revestimiento de hojalata que apenas habían cambiado desde el siglo XVIII, cuando el puerto de la ciudad estaba lleno de balleneros; pero, también, había cafés, restaurantes, cines, tiendas y hasta una universidad… Y, además de los edificios reseñados, destacaba su Museo Municipal situado en la casa más antigua de la ciudad que databa nada más y nada menos que de ¡1742!
En general, Ísafjörður, era una preciosidad y, además, se respiraba un aire purísimo (no obstante, nos encontrábamos a unos 50 Km del Círculo Polar Ártico)…
Después de pasear por esa pequeña megalópolis que era Ísafjörður, tomar fotografías y volar nuestro dron por las aguas del fiordo, hicimos una pequeña parada para comer en una de las mesas de un pequeño merendero que encontramos al lado del puerto.
Tras la comida, tocó llenar el tanque de nuestro vehículo de gasolina y volver a ponerse en ruta pues nos esperaban casi 7 horas de viaje hasta nuestro siguiente destino, Akureyri.
La mayor parte del trayecto hasta Akureyri lo hicimos ya sin luz, por lo que esa vez no pudimos disfrutar mucho del paisaje…
Llegamos al apartamento que habíamos reservado pasada ya la media noche. No obstante, no nos fue difícil encontrar aparcamiento justo en la misma calle y hallar las llaves del apartamento en un candado tras indicar el código recibido en nuestro correo electrónico al hacer la reserva.
Al entrar, pudimos comprobar que el apartamento que habíamos reservado era muy acogedor. Disponía de un pequeño salón con cocina americana, baño privado y una habitación con una gran cama de matrimonio que sirvió para que nos sumiéramos en un sueño reparador…
Nuestro último día completo en Islandia iba a servirnos para descubrir algunas de las joyas del Norte de Islandia como eran: la segunda ciudad de Islandia, Akureyri; la cascada de los dioses y el carácter geológico del área de Mývatn…
Aquel día no madrugamos pues estábamos algo cansados de los trayectos en coche del día anterior y comenzamos el día con un desayuno en el apartamento.
Con el estómago lleno, cargamos el coche y, tras llenar el tanque del vehículo de gasolina, tomamos la carretera de circunvalación entre Akureyri y Mývatn rumbo a la fascinante cascada de Goðafoss…
Llegamos al aparcamiento habilitado para contemplar la cascada tras unos 45 minutos de trayecto en coche.
Pese a no ser la más grande ni la más caudalosa, Goðafoss nos pareció la cascada más bonita que habíamos visto en nuestro viaje por Islandia… Y eso que todas las que habíamos visto nos habían dejado con la boca abierta… Juzga por ti mism@.
Pasamos un buen rato haciendo fotos y realizando bonitos vuelos con el dron y, después, volvimos al coche para dirigirnos a la siguiente parada que teníamos prevista para ese día, el Área Geotermal de Bjarnarflag.
Siguiendo la Ring Road, y un poco antes de llegar a nuestro destino, pudimos ver el impresionante Lago Mývatn, el cuarto lago más grande Islandia. Luego, tras 45 minutos al volante desde Goðafoss, llegamos al Área Geotermal de Bjarnarflag. Aparcamos el coche a un lado de la carretera y exploramos el lugar…
Nos encontramos con un área geotermal activa donde la tierra bufaba y burbujeaba y que tenía humeantes respiraderos… pero, sin duda, lo que más llamó nuestra atención fue el color turquesa del lago que se encontraba en el área y que los locales llamaban Blue Lake, ¡era una pasada! ¡Qué lástima que sus aguas no fueran aptas para el baño (por su temperatura y toxicidad)! Al menos, obtuvimos buenos vídeos del lugar con nuestro dron…
Menos de 10 minutos nos separaron de la siguiente parada de nuestro itinerario, el mundo alienígena de Hverir…
Nada más apearnos del coche, que aparcamos en el parking habilitado, sentimos el fuerte olor a azufre que invadía todo Hverir… Luego, siguiendo los senderos delimitados con cuerdas, recorrimos un paisaje lunar lleno de calderas, humeantes fumarolas, depósitos de minerales y lodos burbujeantes… De verdad que parecía un lugar de otro mundo…
Después de visitar Hverir, regresamos al coche para emprender el camino de vuelta a Akureyri.
A pocos kilómetros del centro de Akureyri, justo en la orilla opuesta del fiordo, hicimos una parada en uno de los miradores que se encontraban pegados a la carretera pues el paisaje que se apreciaba desde allí era sencillamente espectacular: las montañas nevadas al fondo, la ciudad de Akureyri a sus pies y las aguas del fiordo que reflejaban las nubes…
Mientras caminamos por el mirador haciendo fotos, descubrimos unas piscinas termales al aire libre que parecían ser una delicia… Nos dio mucha pena no poder disfrutarlas en nuestro estado…
Antes de llegar al apartamento, hicimos una parada en la gasolinera para llenar el tanque de nuestro vehículo pues ya no pensábamos coger el coche aquel día.
Cuando llegamos al apartamento ya había pasado la hora de comer; así que, tras aparcar, dejamos las cosas y salimos en busca de algún lugar que sirviera comida para llevar. Encontramos un restaurante de una conocida cadena de bocadillos a poca distancia del apartamento que estaba abierto; así que pedimos unos bocatas para llevar y fuimos a comer al apartamento.
Luego de la comida y de realizar una pequeña siesta (necesaria en nuestro estado de buena esperanza), salimos a pasear por las calles del centro de Akureyri.
Lo primero que hicimos fue pasear por la calle Hafnarstræti, considerada como el centro de Akureyri, que albergaba preciosos y coloridos edificios históricos, museos, arte callejero y numerosas tiendas y restaurantes. También, nos llamaron la atención los corazones rojos en los semáforos que, como leímos más tarde, eran una seña de identidad de la ciudad. La verdad es que pararse frente a un corazón rojo es mucho más agradable que en un simple círculo, ¿no crees? Al final de la calle, justo en su cruce con Brekkugata, nos topamos con el Akureyri Photoframe, un marco pensado para hacerse un selfi con la calle principal de fondo...
Después, tomamos la calle Kaupvangsstræti hasta que llegamos a la Iglesia de Akureyri. ¡Una preciosidad!
Al lado de la iglesia, encontramos las Regnbogastiginn, unas escaleras pintadas con los colores del arcoíris...
Cuando empezaba a caer la noche, regresamos al apartamento para darnos una ducha y recoger todas nuestras cosas pues al día siguiente dejaríamos Islandia para regresar a casa. Y, así, dimos por finalizado el día; eso sí, no faltó una buena cena antes de irnos a dormir.
A primera hora de la mañana de aquel día, hicimos el check out del apartamento y tomamos el coche con rumbo hacia el Aeropuerto Internacional de Keflavík.
Tras unas 6 horas de viaje llegamos al Aeropuerto Internacional de Keflavík y tras dejar el coche en la oficina de alquiler, dimos por terminadas las últimas vacaciones de 2023…
Aquellas habían sido unas vacaciones geniales que nos habían permitido conectar con una naturaleza salvaje y ver muchas cosas… Y, aunque nos habíamos quedado con ganas de mucho más, tocaba despedirse de Islandia hasta un próximo encuentro... ¡cuando ya fuéramos tres!